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Castilla-La Mancha sugiere separar a los alumnos según su esfuerzo

El consejero critica que los jóvenes "sacrificados" compartan aula con los "pasivos"

Castilla-La Mancha sigue los pasos de Esperanza Aguirre también en educación. El consejero, Marcial Marín, declaró ayer: "A aquellos [alumnos] que de verdad quieren sacrificarse y aprender habrá que reorientarlos hacia una enseñanza de calidad, y a aquellos que estén más en la pasividad del día a día, hay que orientarlos a otros módulos más adecuados a la FP y a la realidad laboral inmediata, para que también tengan su salida".

En una entrevista con la agencia Efe, Marcial Marín explicó algunas medidas del plan de choque contra el fracaso escolar que va a adoptar como nuevo responsable de las aulas castellano-manchegas. "Flaco favor haríamos al futuro de esta tierra desaprovechando a los alumnos que quieren progresar y no dándoles los medios y obligándoles a estar en clase con alumnos que no lo desean", dijo.

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Esas declaraciones fueron matizadas después por un portavoz de la consejería, quien afirmó: "Nunca se ha hablado de separar a los alumnos físicamente. Se trata de crear un bachillerato de excelencia, como el de la Comunidad de Madrid, al que accederán los alumnos que más se esfuercen, y para los que tengan otros intereses, fomentar su paso a los ciclos de FP".

Sin embargo, las palabras del consejero son bastante claras y conducen a la idea de que hay que dar educación de calidad a los alumnos más brillantes, y al resto hay que enfocarles cuanto antes a una especie de educación de segunda que sería la formación profesional, ya desde la etapa no obligatoria. Una enseñanza, esta, a la que se ha tratado de dar prestigio durante años para quitarle de encima el estigma de que es la salida de quienes no sirven para estudiar.

Las palabras del consejero -"hay alumnos a los que no les interesa la escuela" que pueden restar "eficacia o rendimiento académico a quienes desean aprender"- recuerdan mucho a las que pronunció la presidenta de la Comunidad de Madrid hace medio año. Esperanza Aguirre consideró entonces "absurdo" un sistema "que mantiene juntos hasta los 16 años a chicos capaces de asomarse al cálculo infinitesimal con otros para los que un quebrado es un problema insoluble". La responsabilidad del sistema educativo, medios y profesorado incluido, no tendría relación con este desajuste, según se desprende de la reflexión de Aguirre.

"Los políticos no saben de educación", asevera José Antonio Martínez, presidente de la Federación de Asociaciones de Directores de Instituto (Fedei).

Martínez cree que cualquier separación por capacidad durante la etapa obligatoria es "una barbaridad desde el punto de vista pedagógico, algo inadmisible en 2011. Los países punteros en educación lo son precisamente porque no separan, sino que invierten recursos y profesionalidad para ayudar a los rezagados. Pero claro, aquí estamos hablando ahora mismo de recortes, así que es más cómodo dividir a los alumnos".

Antonio Rodríguez Cambra, presidente de la patronal de enseñanza privada Cece, de carácter conservador, no alaba la fórmula de la separación, "porque no hay un solo estudio científico que avale su eficacia. Ni tampoco lo contrario. Es un terreno en el que vamos a tientas. Pero en la práctica siempre hay una cierta diferenciación, ya que los profesores no imponen los mismos deberes a unos que a otros".

El ministro de Educación, Ángel Gabilondo, ya estableció una distinción entre los alumnos del último tramo de la Secundaria al aprobar para el curso que empieza ahora la posibilidad de cursar los programas alternativos de diversificación curricular (con contenidos suavizados y menos asignaturas y profesores) y los programas preprofesionales (PCPI). Además, a 4º de ESO se le ha dado un carácter "orientador", con un núcleo de materias comunes y luego otras enfocadas bien al bachillerato, bien a la FP. La izquierda criticó esta decisión por entender que eran "medidas segregadoras" para los alumnos de 15 años.

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