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Reportaje:

#vivaelpepinoespañol

La artista de variedades Rosita Amores protagoniza un musical sobre su propia vida en el teatro Talía de Valencia

Una de risa. Ya saben: ja ja. Ahora que la comedia está viviendo una revisión de sus señas de identidad, con apropiaciones debidas y mutaciones de género, alumbrando lo que se ha etiquetado como la nueva comedia o el posthumor, va y el músico Lluís Miquel y el director Juli Disla hacen un ejercicio de prospección arqueológica y nos redescubren un humor que dispararía las curvas de calibración del carbono 14.

Con la destreza de unos espeleólogos de la cultura pop. Esta fascinación irredenta por el kitch valenciano, la versión lacerante (y bastante escatológica) del camp, es una fase fetichista de nuestra sociedad del cap-i-casal que tuvo su momento álgido con ese kamikaze del buen gusto que era el escritor Bernat i Baldoví. Todo un fenómeno oiga. Un Expediente X de lo satírico-erótico.

'El Amor de Miss Amores' está en cartel hasta el 19 de junio
Su fórmula: "Haciendo lo de antes la gente va a los teatros"

Pero vayamos al tema. Rosita Amores sin Valencia no sería Rosita Amores. Tachán. Sí en efecto, han leído bien. Con este razonamiento inductivo, que arranca en quinta, se ha montado el musical-homenaje a la supervedette king-size de les mamelles valencianes (sic), El amor de Miss Amores, en cartel en el teatro Talia hasta el día 19 de junio.

Su show delirante que da vueltas al universo añejo -y encurtido- solo es comprensible desde la fascinación por la personalidad arrolladora de una mujer llamada a ser bandera del hashtag (palabra clave en Twitter) #vivaelpepinoespañol. "Yo ahora estoy todo el día comiendo pepinos". Si es que la vida moderna es un sainete. "Con la que está cayendo nos hace mucha falta reírnos", apunta. No admite coartadas. Rosita ni pide disculpas ni lo necesita. Lo suyo es vulgaridad y proud of it. "Collons, yo soy así en el escenario". "Pero bueno, la tele es todavía mucho más vulgar, las cosas que se gritan ahí me sacan los colores", añade.

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Pero volvamos a la homenajeada, que hoy juega en casa ante una audiencia que combina a la perfección Muchachada Nui y Mundo Viejuno. "Los jóvenes me adoran, si hasta tengo un admirador de 10 años que acude a casi todas mis actuaciones". Glups. Cosas de la posmodernidad. "Siempre he sido una adelantada". Un híbrido de referentes... el teatro Alkázar, el Titi, el bocadillo de panceta, el productor, Lady Gaga, "métamela-en-la", Alfredo di Stéfano, la censura...

¿El secreto de su éxito? La Amores se explica: "Haciendo lo de antes la gente va a los teatros". Achtung, Achtung. Se indigna a lo Stephane Hessel y reivindica: "Las variedades también somos cultura". La prueba concluyente de que cualquier cosa, con el tiempo, se convierte en admirable. ¿Y el humor tiene ideología? "Jamás he militado en ningún partido" aunque se declara simpatizante del Partido Popular. "Mi única ideología es hacerlo bien en el escenario".

La artista Rosita Amores, en un momento de su espectáculo.
La artista Rosita Amores, en un momento de su espectáculo.

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