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28 galerías en el Centre del Carme

Valencia.Art abandona las ediciones en hoteles y toma el claustro renacentista

La feria de arte contemporáneo Valencia.Art ha abandonado en su quinta edición las habitaciones de los hoteles y ha ocupado las salas aledañas al claustro renacentista del Centre del Carme. Un salto cualitativo que tanto las promotoras del certamen, Inma García y Meritxel Barberá, como el secretario autonómico de Cultura, Rafael Miró, han querido traducir como un salto cualitativo en una feria madura. "Valencia.Art está mucho mejor aquí, pero antes pasando por allí", argumentó Miró en referencia a las ediciones en las que las galerías asistentes tomaban al asalto habitaciones de hoteles (el año pasado el Astoria) para transformarlas en improvisadas y abigarradas, aunque también sugerentes, salas de exposiciones. El objetivo de los organizadores es mantener enclaustrados durante cuatro días (hasta el domingo 4 de octubre) a galeristas, visitantes y compradores a fin de convertir Valencia en un mercado del arte al nivel de las principales plazas españolas.

"En Berlín, lo que se vendió bien fueron cosas superconservadoras"

En su quinta edición, Valencia.Art ofrece las obras de 28 galerías de arte, diez de ellas valencianas, el mayor número posible capaz de acoger las salas preparadas por el Centre del Carme. El máximo posible puesto que la demanda fue de 50 galerías. En total, ofertan sus obras más de 180 artistas, entre los que destacan Antoni Saura, Carmen Calvo, Suso 33, Xisco Mensua, Muntadas, Ellen Koi, Victoria Civera, Carolina Ferrer o Richard Serra.

"Tenemos una clientela fija que sí que nos está comprando", explicaba ayer por la mañana Joaquín Tugas, de la barcelonesa Galería Mito, expectante ante los imprevisibles efectos de la crisis. De hecho, acaba de pasar por la feria de Santander, donde "la respuesta ha sido buenísima", pero en Berlín, un certamen cuya última edición califica de "muy floja", las ventas han cambiado de tendencia: "Me equivoqué, lo que se vendió bien fueron cosas superconservadoras". Así que en Valencia todo puede ser posible y la venta del trabajo de sus artistas, entre los más sugerentes, puede ofrecer cualquier resultado. Mientras, allí lucían los trabajos de cristal de Javier Velasco; las tartas con conejos del país de las maravillas, inspiradas en el monstruo de Amstetten, elaboradas por Luis Vidal; o los hermosos libros vaciados quirúrgicamente y las calaveras fabricadas con cintas de casete de Brian Dettmer.

Entre las actividades paralelas, destaca el plan del fomento del coleccionismo, en el que 12 empresas, desde Engloba y el Banco de Valencia, hasta Porcelanosa y Caja Duero, se han comprometido a comprar piezas de arte. De hecho, Valencia.Art tiene como principal misión el fomento del mercado del arte.

Y por eso, aunque no todas, muchas de las obras expuestas apuntan al lado el precio fijado para que cualquier amante del arte se la lleve a casa. Así, las sonrientes encías de una dentadura postiza de color rosa sobre un tapete azul fotografiadas por Juan Hidalgo cuestan 8.000 euros más IVA, la escultura de hierro de soldado de Diego Canogar, 4.000 euros, y la Judía grande de acero inoxidable de Evelyn Hellenschmidt, 9.000.

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Para las elegantes fotografías sobre aluminio de Yotta Kippe de la sala Cànem de Castellón, o el peligroso trencadís de cristales azules de Carmen Calvo, en la lisboeta Art Lounge, hay que preguntar a los galeristas.

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