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Reportaje:Apuntes

Adiós a los títulos de tres años

Las universidades aguardan el efecto de la desaparición de las carreras cortas que a menudo superan en demanda a las largas

Ignacio Zafra

El proceso de Bolonia supondrá muchos cambios en el sistema universitario. Uno de ellos será la desaparición de los títulos de tres años (diplomaturas y carreras técnicas), que han alcanzado un gran éxito entre los estudiantes, y que pasarán a convertirse en grados, con un curso más de duración. En realidad, todas las titulaciones pasarán a ser de cuatro años, incluidas las licenciaturas y las ingenierías. Pero es muy improbable que alguien deje de ingresar en la universidad porque la carrera que pensaba cursar tiene un año menos, sobre todo si puede prorrogar los estudios cuanto quiera a través de los nuevos masters oficiales.

Pero, ¿qué pasará con el público objetivo de las carreras cortas? ¿Se tirarán atrás los alumnos potenciales ante el aumento de duración y se inclinarán por otras posibilidades, como la Formación Profesional (FP)?

Algunos datos previos: la diplomatura de Empresariales es la que más alumnos tiene de toda la Facultad de Economía de Valencia, y la segunda que más matricula de toda la universidad (3.127 alumnos en el curso 2006-2007), solo por detrás de Derecho. La diplomatura de Relaciones Laborales es la que más alumnos atrae del centro de Ciencias Sociales (1.857) mientras la licenciatura clásica de la facultad, Sociología, solo alcanza 352 matrículas. Magisterio, finalmente, que uniendo todas las especialidades ronda los 2.200 alumnos en la misma universidad, tiende a situarse cada año entre las tres carreras con más demanda de todo el sistema valenciano. Y dura tres años.

"Mi impresión es que no debería influir demasiado", afirma Antonio Ariño, vicerrector de Calidad y Convergencia Europea de la Universitat. "Quizá afecte a algunos títulos que tenían mucha demanda, pero en principio yo creo que no. Tendría que haber una Formación Profesional muy atractiva y con una inserción laboral muy garantizada para que rivalizase con la titulación de grado. Y digo esto a pesar de que a mí no me gusta. Hubiese preferido un sistema de 3 (años de grado) + 2 (años de master). Y este proceso probablemente lo transformará todo en 5 años (4+1)".

Igual de crítica con la duración que tendrán los grados y los masters, pero menos segura de las consecuencias, se muestra Trinidad Casasús, decana de la Facultad de Economía de Valencia. "No lo aguardamos con miedo, pero un efecto tendrá seguro. Ahora hay mucha demanda en Empresariales, y puede disuadir a algunos".

Eva María Martí, de 22 años, alumna de primero de Empresariales, ilustra una de las paradojas que se han producido en las carreras cortas: "Yo estaba antes en Economía, que es de cinco años, y me pasé a Empresariales porque era muy larga. Pero yo tenía pensado hacer la de tres, tener un título, y luego continuar estudiando ADE (Administración y Dirección de Empresas) o la que sea". La paradoja consiste en que al cursar un segundo ciclo una vez terminada la diplomatura, muchos alumnos acaban tardando más años en alcanzar el mismo nivel de estudios que si hubiesen elegido de entrada una licenciatura.

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Martí, como su compañera Nuria Pérez, o como Paulina Nikolaeva, que estudia Turismo, todas en el campus de Tarongers, asegura que un año más no le hubiese frenado a la hora de entrar a la universidad. Pero añade: "Creo que a muchos sí. Mi hermana, por ejemplo, está con que no sabe si hacer una carrera porque son muchos años, o estudiar un módulo (de FP), que es más corto. Y si hiciera una carrera sería de tres años. Si le dices cuatro o cinco, sale corriendo".

"Yo no creo", señala Joaquín Marhuenda, vicerrector de Estudios de la Universidad de Alicante, "que haya elementos sólidos para pensar que el cambio de duración vaya a ser un elemento clave. Creo que a veces no se tiene en cuenta la existencia de distintos planos. La primera pregunta y la más importante es: '¿Formación universitaria sí o no?' Y una vez que la respuesta es que sí, es cuando el alumno se plantea qué carrera va a estudiar, y cuando puede influir la duración".

Tampoco espera grandes cambios la vicerrectora de Armonización Europea de la Universidad de Alicante, María José Frau: "La mayoría de las carreras cortas llevan años pidiendo su equiparación con las licenciaturas. Y ahora lo van a lograr con los títulos de grado". Esa demanda, afirma Frau, no se limita a los profesores que dan clase en esas titulaciones. Ni tampoco al hecho de que, hasta ahora, desde esas carreras resultaba imposible cursar un doctorado. Sino a algo que encaja perfectamente con la mentalidad de muchos universitarios: "Cuando terminan la carrera, los diplomados solo pueden optar al grupo B de la Administración pública, y los licenciados al A, y con la reforma se equiparan".

Las universidades no han elaborado grandes estudios sobre el impacto que la desaparición de las diplomaturas y las carreras técnicas pueda tener en la demanda. Antonio Ariño indica, sin embargo, que en Francia, donde sí que se han hecho, la conclusión fue que la caída de la matrícula provocada por la bajada de la natalidad se vería compensada por la transformación de las carreras en títulos de grado. Es decir, que sin contemplar la natalidad, el número global de alumnos tenderá más bien a crecer que a decrecer. Entre otras cosas, porque también las actuales licenciaturas parecerán más asequibles con un año menos.

¿Podrán coexistir ADE y empresariales?

La reforma universitaria coloca en una situación difícil a muchas facultades. Eliminación de carreras con poca demanda aparte, ¿qué ocurrirá con las dos versiones (larga y corta) de unos mismos estudios una vez su duración se equipare? ¿Tiene sentido que Administración y Dirección de Empresas (ADE, 5 años) y Empresariales (3 años) se mantengan cuando ambas duren cuatro años? La Facultad de Economía de Valencia cree que sí, y se propone crear dos títulos de grado que tengan objetivos diferenciados, al estilo de otros países europeos y especialmente del mundo anglosajón.

El de ADE, señala Trinidad Casasús, decana de Economía de la Universitat de València (una facultad que matricula por sí sola a más alumnos que alguna universidad valenciana), se orientaría a formar (como su actual nombre indica, los nuevos no están decididos) a quienes dirigirán las empresas. Empresariales heredaría el perfil de la diplomatura, más centrada en las demandas del mercado de trabajo, y con un mayor peso de la contabilidad, los conocimientos sobre cuestiones financieras y fiscales.

A estas dos carreras se sumaría el tronco original, Economía, que ha perdido cierto terreno en número de alumnos frente a las anteriores, pero cuya continuidad es indiscutible: "La sociedad necesita y necesitará buenos economistas, como los que dirigen los bancos centrales y las Administraciones Públicas...", dice Casasús.

Y se baraja, además, la creación de otros tres o cuatro títulos de grado. De un lado, con la reconversión de las dos titulaciones de segundo ciclo que a estas horas tiene la facultad: Ciencias Actuariales y Financieras; e Investigación y Técnicas de Mercado.

Del otro, con la transformación de la doble titulación ADE y Derecho en un grado "jurídico empresarial"; y con la conversión en carrera del actual "grupo internacional" (con docencia en inglés), focalizado en economía exterior.

Número de grados aparte, si tras la reforma no hay un descenso significativo de alumnos, lo que más preocupa en la facultad es, en realidad, el "coste cero" con el que la Generalitat y el Gobierno prevén que se realice la transición al nuevo modelo. "Si queremos implantar la nueva metodología de Bolonia, con trato personalizado para los alumnos, tutorización..., harán falta recursos. Si no los hay, se estará favoreciendo a las facultades con grupos pequeños. ¿Y quién los tiene? La privada. Esto es algo que la sociedad valenciana se debe plantea", concluye Casasús.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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