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Reportaje:

El Benidorm que conocieron Sylvia Plath y Ted Hughes

Un profesor recupera el relato de la estancia de la pareja de escritores durante su luna de miel en 1956

Pocos conocían los detalles de la luna de miel que pasaron en el Benidorm de 1956 el poeta inglés Ted Hughes (1939-1998) y la escritora norteamericana Sylvia Plath (Boston 1932-Londres 1963). Pasqual Almiñana Orozco, profesor de literatura y autor de varios trabajos sobre toponimia de la Marina Baixa, ha reconstruido a través de sus escritos el Benidorm anterior al boom turístico, un año antes de la aprobación del Plan General que marcaría las alineaciones de la actual industria turística.

"Tan pronto como divisé aquel pueblecito... después de una hora de viajar en autobús a través de montes desiertos de arena roja, huertos de olivos y matorrales, todo tan típico, y vi aquel mar azul centelleante, la limpia curva de sus playas, sus inmaculadas casas y calles -todo, con una pequeña y relumbrante ciudad de ensueño-, sentí instintivamente, igual que Ted, que ése era nuestro lugar...", escribe Plath en las cartas a su madre. La pareja se casó el 19 de junio de 1956 y el viaje de boda les llevó a París, Madrid y Benidorm. Tuvieron dos hijos y en 1962 se separaron. Silvia Plath se suicidó al poco tiempo en Londres.

Evoca el Benidorm previo al turismo a partir del diario de la escritora
"Hay tantas cosas que contar de este hermoso lugar", escribe Plath

En Benidorm vivieron algunos de sus momentos más felices. "Nuestra vida es increíblemente hermosa, y permanecemos anclados aquí hasta el 29 de septiembre, cuando regresaremos a Cambridge, donde yo me quedaré. ¡Hay tantas cosas que contar de este hermoso lugar!", escribió.

La pareja que formaban Ted Hughes y Sylvia Plath dedicaron su luna de miel a escribir. Almiñana ha extraído del diario de Plath, de las cartas a su madre y de las poesías escritas aquel verano las referencias a una población muy distinta de la actual. A través de las descripciones ubica su residencia veraniega en la calle de Tomas Ortuño, hoy una de las arterias más bulliciosas de la ciudad, que entonces quedaba casi en las afueras y ofrecía tranquilidad y silencio para escribir e incluso vistas a las montañas por la ausencia de torres de apartamentos.

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"Por la calle empinada suben del pueblo los últimos carros tirados por burros, familias que vuelven a sus hogares en las montañas... Una pareja de chicas que ríen. Un niñito delgaducho que lleva a un perro flaco atado con una correa", escribía el 23 de febrero la poeta. Las montañas las define como "carmesíes, blandas y extrañas, donde los almendros son negros y se retuercen sobre el paisaje inundado de blancura, con la claridad de la luz blanqueada de la discordia, no luz de día, sino un daguerrotipo beis, desteñido". Las calles estaban "inundadas de luz, con carros tirados por burros, un mercado al aire libre con frutas y verduras frescas y vistosas tiendas; una extraña mezcolanza de pobreza, limpia y llena de colorido, y hoteles color pastel, todo aparentemente como si lo acabasen de construir...".

Pasqual Alminaña centra gran parte de su trabajo en la poesía The Net-Menders, traducida al castellano como La remendadora de redes, en la que la poeta explica una labor tan cotidiana como la construcción de redes para la pesca. Afirma Almiñana que en la poesía "dibuja un Benidorm real desde una visión poética, que si no ha sido la primera en hacerlo, que posiblemente sí, tiene la capacidad de traducir en poesía elementos cotidianos acompañados de metáforas que los elevan a la categoría sublime del verso". Dice Plath de las mujeres que tejían redes: "Vestidas de negro, de luto por alguien, se sientan en rústicas sillas de espaldas al camino, dando frente a la oscuridad de sus umbrales". "Sus ojos miran la ciudad que parece una pelota verde y azul. Nadie se muere o nace sin que ellas lo sepan. Hablan de encajes de novia, de amantes ansiosos de pelea. (...) Ojalá esta noche la pesca sea una cosecha de plata en las redes, y las luces que porten nuestros hombres, maridos e hijos, se muevan seguros entre las bajas estrellas".

La inquietud ha llevado al profesor a realizar el estudio. "Quién sabe si yo veía a Sylvia Plath cuando pasaba por delante de su casa. Yo diría que sí, aunque por mi edad en aquellos momentos no lo pueda recordar. Puede que fuera aquella extranjera que fotografiaba los gatos o aquella que, cuando veía las puertas abiertas de las casas, entraba curiosa para saber cómo vivían los aborígenes de un país como el nuestro, sometido a una dictadura", explica.

"Cuando Sylvia Plath vino a Benidorm escribió lo que vio y experimentó. Gracias a eso tenemos un resumen de páginas que nos llevan a un tiempo en el que no era habitual tener Benidorm como tema de creación literaria", concluye el investigador.

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