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Columna
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Brazo incorrupto del PP

Es largo, insaciable, mezquino y aún sigue dictando la áspera y cicatera política del Consell. Si Franco agonizó a la luz de un despojo canonizado, ¿qué le espera a un Consell sumiso a las consignas de los deshechos mundanos de un ex presidente ilusoriamente defenestrado? Se cuestiona, en una reiterada embestida, el origen y empadronamiento de María Teresa Fernández de la Vega, como se cuestionó la de Bernard Soria, y, sin embargo, esta derecha, cada vez más obtusa y vocinglera, jamás se enfureció con un Zaplana que aun "siendo murciano se travistió de valenciano, para hacer carrera". Pero es que Zaplana ostenta ahora el indecoroso pero atinado título de El brazo incorrupto del PP, según el libro publicado recientemente y cuyo autor es Alfredo Grimaldos. Y en el prólogo del mismo, Javier Ortiz advierte: "Zaplana tiene un llamativo aspecto de estafador, dicho sea en términos políticos, sin referencias directas al Código Penal". El nerviosismo y el canguelo enceguecen al PP y lo arrastran a la pataleta y al recrudecimiento de su campaña de acoso y descalificación de quienes pueden rebajarle los humos y los Manhattanes, de los que tantos beneficios se espera. Zaplana es el modelo, el arquetipo de tramas y conveniencias. Y muchos de los de su cuerda y escuela, que son la mayoría, lo siguen, aunque se pongan piel de borrego, y han emprendido otra cruzada de ámbito autonómico contra aquellos que puedan arrebatarles clientela electoral y otras clientelas más sustanciosas. Y lo hacen con ese estilo insultante y ramplón que los caracteriza. La política de traca y esperpento, que otra ignoran, la pasean, sin ningún empacho, por fiscalías y ruedas de prensa, desde el portavoz -o portacabreos- de los populares en las Cortes, hasta el vicesecretario general del PPCV, en un alarde de exasperación, que no hace más que evidenciar su mediocridad y su impotencia. Por si fuera poco, tratan a toda costa de endilgarle a María Teresa Fernández de la Vega un presunto pelotazo urbanístico, en una espiral de sandeces que los define de manera inapelable y pública. Qué maniobras tan infructuosas como descaradas, teniendo como tienen, tan próximo e imputado ya, lo que requiere menos bríos, a su colega Carlos Fabra y a toda una tira de cofrades, sobradamente conocidos, que andan de un juzgado a otro, y hasta presumen de tales itinerarios. Al PP, con su mayoría absoluta, se distingue, sin embargo, por su también absoluta minoría racional, por su ausencia de argumentos y por su fresquera tan abundante en falacias e improperios, fresquera, para vergüenza de tantos, instalada en las instituciones que gobierna. Y una condición así, debería inquietarle. No de cara a las urnas, precisamente, sino de cara al espejo, a su propia imagen. El citado prologuista de Zaplana. El brazo incorrupto del PP escribe: "Zaplana es cualquier cosa menos un personaje histórico. Pero el relato de su singular biografía nos conduce por los subterráneos de la España pícara, sin cuyo conocimiento es imposible entender el funcionamiento de la España eterna". De la España pícara y de una autonomía que puede resolverse finalmente en comunidad de pícaros.

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