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Columna
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Cambio de fase

Los físicos llaman cambio de fase a un proceso por el que, en un tiempo muy breve, se alteran profundamente las condiciones materiales de la sustancia considerada. Es lo que sucede cuando el agua de un recipiente se va calentando y de repente se evapora, convirtiéndose en gas. Mientras el agua permanece en estado líquido, su temperatura va subiendo y las moléculas se agitan progresivamente, pero tras la conversión al estado gaseoso, se vuelve mucho mayor la distancia entre las moléculas y entonces el comportamiento del producto, sin dejar de ser agua, cambia de manera radical. Técnicamente se habla de catástrofe, concepto matemático que se ha extendido a otros ámbitos menos experimentales como la psicología o la sociología política, de manera que una crisis nerviosa o una revolución también son cambios catastróficos.

¿Qué por qué les cuento esto? Perdónenme la pedantería, es que querría hablar de los recortes en educación y en sanidad sin que parezca un discurso partidario. No nos engañemos, la educación lleva deteriorándose en España muchos años, con el PP y con el PSOE, tanto monta: nivelación por la base mediocre y no por la cumbre, disolución de la herencia humanística del país, conversión de las clases en jaulas de leones que acorralan a un domador amedrentado, timo continuado a unos padres convencidos de que así garantizan el futuro de sus hijos. Esto es lo que nuestros queridos políticos, de uno y otro pelaje, han venido consintiendo en el último cuarto de siglo: desde luego, que los dos principales aspirantes a la presidencia del gobierno hayan sido ministros de Educación da muy mala espina. Lo mismo se puede decir de la sanidad: todos sabemos de pensionistas que acuden cada día a los consultorios a pasar el rato como quien va de picnic, de trabajadores que llevan meses de baja porque tuvieron un esguince, de intervenciones quirúrgicas que no se realizan porque el enfermo muere antes de que haya un quirófano disponible, de botiquines caseros que rebosan, con cargo al presupuesto público, medicamentos que nunca se consumirán.

De acuerdo, es un desastre, la sanidad y la educación, los símbolos del estado de bienestar, eran como el agua de una olla que se está calentando y que va a entrar en ebullición. Pero los recortes de sueldo, de puestos de trabajo, de material o de todo a la vez, en educación y en sanidad, pertenecen a una categoría diferente. Son el síntoma de que el cambio de fase se ha consumado, de que ya no hay líquido, sino vapor, un estado nuevo caracterizado por moléculas neoliberales trepadoras que chocan ferozmente entre sí mientras desvían la mirada de un pobre diablo al que estudiar no le sirvió de nada y al que la primera enfermedad seria se llevará por delante. ¿Qué cuál es el nombre de este nuevo estado? Lo saben de sobra: estado fallido, por supuesto.

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