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Columna
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Camps, Alarte y Osoro

- El presidente no pudo reprimir un suspiro de alivio cuando conoció que, en lo que le afectaba, el contenido del sumario del caso Gürtel no iba más allá de lo que se había publicado en los medios. Si eso era todo, concluyeron en presidencia de la Generalitat, no había nada. El recorrido penal de la acusación: la recepción de dádivas en forma de trajes por parte de Francisco Camps, es irrelevante. Además, el levantamiento del secreto del sumario dejaba bien claro que todos los temores e incertidumbres que durante semanas habían atravesado al PP eran infundados. El caso Gürtel, como se encargó de inmediato en afirmar el secretario general de los populares, Ricardo Costa, había sido una tormenta en un vaso de agua, ajeno a la Comunidad Valenciana.

¿Y ya está? No cabe ninguna duda de que el TSJ valenciano se declarará competente para instruir la pieza separada del caso que afecta a Camps y a Costa; pero no está nada claro que, concluida la instrucción, no acabe por remitirlo al Supremo. Y para entonces habrán pasado muchas cosas. Muy probablemente se habrá examinado la documentación que la policía intervino en la sede de Orange Market; antes, tal vez, la Agencia Tributaria se interesará por según qué extrañas contabilidades, determinados viajes y algún que otro alquiler de avión. Y queda por conocer si el magistrado José Flors investigará con detenimiento el apunte del auto de Garzón en el que se sugiere la financiación irregular del PP. No se debe olvidar que Flors está convencido de la solidez de la instrucción del magistrado de la Audiencia Nacional.

El portavoz socialista en las Cortes Valencianas, Ángel Luna, ha dicho en no pocas ocasiones que la cuestión de fondo del caso Gürtel no son los trajes supuestamente pagados. Si lleva razón, los populares harían bien en guardar el cava en la nevera durante una temporada.

- El secretario general de los socialistas valencianos se ha metido en un laberinto en el palmeral de Elche. Para salvar a Alejandro Soler, alcalde de esta ciudad y vicesecretario general del PSPV, Jorge Alarte apostó por colocar a la pretránsfuga Ángeles Avilés en la candidatura de las europeas a riesgo de asumir el descrédito que ahora padece. Blanquerías urdió una estrategia para proteger al protegido de Leire Pajín, secretaria de Organización federal del PSOE, desplazando a la concejal a Europa. El resultado inmediato de tan brillante plan ha sido la salida de la candidatura de Rafael Rubio, portavoz del PSPV en la Diputación de Valencia y persona próxima a Alarte, y el escarnio de tener que soportar que su dirección no apoya suficientemente a Soler. A estas alturas, el secretario general de los socialistas ya debería saber que la autonomía política se conquista, no se regala. Esa dádiva no se la van a hacer llegar desde la Moncloa ni desde la calle Ferraz.

- El Arzobispo de Valencia es, como no podía ser de otra manera, una persona fiel seguidora de la ortodoxia doctrinaria que emana Roma. Por ahí, ninguna sorpresa. De Carlos Osoro no cabe esperar ninguna discrepancia de la línea oficial. Sí, al menos, que no actúe como César ni como consejero del César y que se ocupe más de su grey presbiterial tan dejada de la mano de su antecesor. Como él mismo ha dicho, "cada cual tiene su estilo". El abrazo con el obispo Rafael Sanus, el uso del valenciano en su primera homilía y el anuncio de que su primera visita será a los sacerdotes del Rincón de Ademuz revelan que, efectivamente, Osoro tiene su propio estilo.

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