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Camps busca en las urnas oxígeno a su situación judicial

El presidente tira de los alcaldes para ampliar su mayoría

Nunca un presidente de la Generalitat con tantas expectativas de revalidar el cargo había acudido a una campaña electoral con su imagen tan deteriorada. El jefe del Consell y candidato del PP a la reelección, Francisco Camps, entra en la recta final de la campaña en busca del oxígeno de las urnas para hacer frente a su comprometida situación judicial.

Camps necesita no solo vencer, sino ampliar su holgada mayoría absoluta -en 2007 logró 54 de los 99 escaños en disputa- para machacar la estrategia de la oposición, que ha hecho de la lucha contra la corrupción su leitmotiv desde que estalló el caso Gürtel en febrero de 2009. Tanto, que hace solo unas semanas los populares especulaban con la posibilidad de lograr un resultado tan abultado en las Cortes Valencianas que les permitiese formar mayorías cualificadas de dos tercios con Esquerra Unida para tener la posibilidad de excluir al PSPV de Jorge Alarte de las principales decisiones del legislativo.

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Un resultado mucho más abultado que el actual también le serviría a Camps para reivindicarse ante el presidente nacional del PP, Mariano Rajoy, y mantener su cuota de influencia en el seno del partido. Pero sobre todo insuflaría moral al presidente de la Generalitat para afrontar la grave situación judicial en la que se halla, imputado por un delito de cohecho impropio en el caso Gürtel -con posibilidad de compartir banquillo junto a los cabecillas de la trama corrupta- y pendiente de si se abre o no una nueva causa judicial por financiación ilegal y delito electoral en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana.

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La imputación de Camps ha condicionado sobremanera tanto el proceso de confección de las candidaturas electorales del PP, como el diseño de la campaña electoral propiamente dicha, iniciada la pasada medianoche.

Camps lidera unas listas electorales a las Cortes Valencianas en las que figuran, en puestos de salida, los principales altos cargos del PP imputados por distintos problemas judiciales, pero también el resto de cargos salpicados por los escándalos del caso Gürtel.

Una situación que el presidente y candidato del PP ha intentado compensar con la integración en las candidaturas de un buen número de alcaldes, a quienes se les confía la misión de evitar que el voto autonómico sea mucho menor que el municipal para evitar que se visualice el desgaste de Camps. Los antiguos zaplanistas, hoy afines al presidente provincial del PP de Alicante, José Joaquín Ripoll -también imputado en el caso Brugal- han sido barridos de las listas autonómicas y desmochados en algunas candidaturas municipales importantes. Una situación que ha derivado en escisiones importantes en ciudades como Benidorm y Elche y que dificultará el objetivo que se había marcado el PP de dejar a los socialistas sin iconos urbanos relevantes en la Comunidad Valenciana.

Salvo en la provincia de Alicante, marcada por el conflicto entre campistas y ripollistas, los populares han optado por la estabilidad en las candidaturas municipales dadas sus excelentes expectativas electorales. Y ello con dos objetivos: dar estabilidad a la estructura del partido y trasladar el mensaje de que el PP es capaz de seguir creciendo institucionalmente.

Con estos mimbres, el PP y su candidato, Francisco Camps, han planteado una campaña electoral extremadamente sencilla. La prioridad es salvaguardar la figura del presidente de la Generalitat, alejándolo de los escenarios abiertos donde se puedan producir protestas contra la corrupción y de las preguntas de los periodistas, especialmente si durante la campaña se producen nuevas decisiones judiciales negativas.

Y sobre esa premisa el PP ha articulado un discurso simple, consistente en plantear las elecciones autonómicas y municipales como una primera vuelta de las elecciones generales con el argumento del paro y la responsabilidad de los socialistas en la crisis económica como eje central.

Por su parte, Francisco Camps, seguro de su victoria electoral, ha decidido utilizar la campaña para desgranar algunas de las primeras medidas que adoptará si las urnas le confirman. Decisiones de carácter económico, basadas en la ortodoxia liberal, y obligadas por la grave situación financiera de la Generalitat, que se traducirán en menos Administración y más iniciativa privada.

A partir de hoy, a Camps solo le restan poco más de dos semanas para afrontar su futuro en las mejores condiciones.

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