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Camps inaugura una facultad de Medicina sin permiso para dar títulos

La Universidad Católica reconduce a sus alumnos hacia Fisioterapia

Ignacio Zafra

El presidente de la Generalitat, Francisco Camps, asistió ayer a la inauguración de la facultad de Medicina de la Universidad Católica San Vicente Mártir de Valencia. Un gran espaldarazo a un centro que no tiene permiso para impartir la carrera. En cuatro ocasiones, desde mayo, la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca) informó negativamente sobre las solicitudes presentadas por la universidad del arzobispado de Valencia debido a sus graves carencias en medios materiales y humanos. Unos dictámenes que fueron asumidos por el Ministerio de Innovación y Ciencia, responsable del área de universidades.

La facultad enseñará a "defender la vida humana y la auténtica dignidad"
El presidente hace esperar casi tres cuartos de hora al arzobispo

Durante la larga espera, cercana a los tres cuartos de hora, a la que el presidente sometió al cardenal y arzobispo de Valencia Agustín García-Gasco, Gran Canciller de la Universidad, corrió el rumor de que la placa conmemorativa de la sede de la nueva facultad, ubicada en el antiguo edificio de San Carlos Borromeo, en el centro de Valencia, podía generar polémica.

Cuando finalmente Camps y García Gasco la desvelaron, pudo leerse: "... para que en sus aulas se formen las nuevas generaciones que están llamadas a defender la vida humana y la auténtica dignidad de las Ciencias de la Salud". El lema recordaba en algo a la sentencia que el año pasado pronunció el arzobispo; que en su facultad los médicos aprenderían a curar, "nunca a matar", lo que fue interpretado como una acusación velada hacia el espíritu educativo de las facultades de Medicina ya existentes.

Al terminar la visita a las instalaciones, el rector de la Católica, José Alfredo Peris, Camps y García Gasco leyeron unos breves parlamentos antes de proceder a bendecir el edificio. El rector calificó de "difícil travesía" los problemas que la institución ha encontrado para poner en marcha la carrera. Pero los calificó asimismo de "polémicas efímeras y episódicas". El presidente de la Generalitat describió la tarde como un "momento histórico y sentido de compromiso y valentía". Justificó el apoyo dado a la facultad en la necesidad de plazas de Medicina que presenta la comunidad autónoma, muy escasas si se comparan con las de Madrid, Cataluña o Andalucía; y en el derecho de las familias a elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos.

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García Gasco puso la nueva sede como ejemplo de "laicidad positiva" y de "sana colaboración" entre la Iglesia y el "poder político". Un ejemplo, dijo, que señala el camino por el que deberían discurrir las relaciones de la Iglesia y el Estado. A continuación se descubrió una gran escultura de bronce, situada en el centro del claustro rehabilitado, que representaba al arzobispo de cuerpo entero.

Aparte de lo señalado, no hubo menciones destacables al problema de base que continúa teniendo su título de Medicina: que no es oficial. Ni de que esa misma suerte han corrido otras dos carreras solicitadas por el centro privado, Odontología y Podología, que el centro tiene previsto impartir en la misma facultad. En julio, la Católica sólo logró que el Gobierno le homologara una nueva titulación, Fisioterapia. Y hacia esta carrera está derivando el equipo rectoral a sus nuevos alumnos de Medicina. Su esperanza es poder convalidar con el tiempo el máximo número posible de créditos aprobados en Fisioterapia por otros de Medicina, aprovechando la relativa semejanza de ambos títulos en el primer curso, según publicó ayer Abc.

El verdadero aprieto de la universidad siguen siendo, en cualquier caso, los alumnos que empezaron Medicina, Odontología y Podología el año pasado en unas versiones no oficiales (lo que en el lenguaje académico se conoce como títulos propios). La Católica tomó aquella decisión una vez fracasadas sus gestiones (y las de la propia Generalitat) para que el Gobierno le permitiera implantarlas a pesar de la moratoria que pesaba sobre el sistema universitario español.

Un alto cargo del Ministerio de Innovación y Ciencia aseguró a este periódico hace dos semanas que el Ejecutivo intervendría "para evitar un fraude académico" si la Católica trataba de convertir en oficiales los créditos que esos alumnos hubiesen aprobado en la versión de título propio, y la Generalitat hacía dejación de "sus responsabilidades de supervisión".

El título de Medicina, recordó, tiene validez en toda España. Si a la Católica, añadía, se le permitiera eludir los controles establecidos sobre estos estudios, existiría el riesgo de que el ejemplo se extendiera, llevándose por delante el muy estricto sistema de acceso a la carrera.

La solución que la Católica baraja para este grupo de alumnos (que firmaron en el momento de matricularse un documento que eximía al centro de cualquier responsabilidad si la carrera finalmente nunca es homologada) no fue aclarada por los portavoces de la universidad. Un alumno que se encuentran en esa situación indicó que una posibilidad sería que la regularización se hiciera también a través de Fisioterapia. El estudiante aseguró estar "tranquilo" y tener "confianza" en que terminará obteniendo el título.

La incertidumbre ha llevado, sin embargo, a abandonar los estudios a un importante número de quienes empezaron los tres títulos. En Odontología representan cerca del 30% de los 60 alumnos que iniciaron el curso el año pasado.

Camps y García Gasco, en primer plano, ayer en la facultad de Medicina.
Camps y García Gasco, en primer plano, ayer en la facultad de Medicina.TANIA CASTRO

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Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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