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Capio, a un paso de monopolizar la atención sanitaria público-privada

El fondo de capital riesgo, favorito para tomar el control de Ribera Salud

La atención sanitaria pública de un millón de valencianos está cada vez más cerca de depender de Capio Sanidad, un grupo controlado por el fondo de capital riesgo CVC Capital Partners (británico pero afincado en Luxemburgo).

La operación de venta de Ribera Salud -participada al 50% por la CAM y la extinta Bancaixa, ahora Bankia- se encuentra en su tramo final, después de más de año y medio. Ribera Salud tiene una presencia determinante en la gestión de cinco áreas sanitarias de la Comunidad Valenciana y otros tantos hospitales (La Ribera, Torrevieja, Dénia, Manises, Vinalopó), de cuya atención depende la salud del 20% de la población del territorio valenciano.

La intención inicial de las dos cajas de ahorros era vender el 33% del accionariado. Sin embargo, finalmente se optó por la venta en bloque, en un proceso al que se presentaron cuatro candidaturas: Capio, el fondo de inversión Mercacapital, el fondo de capital riesgo Atitlán (vinculado a Mercadona) y Vista Capital, la filial de capital riesgo del Banco de Santander.

Ribera Salud nació en 1997 bajo el impulso del Partido Popular

De las cuatro ofertas recibidas, las empresas vendedoras han concedido a Capio el derecho de negociar la venta en exclusiva durante un mes, un proceso conocido como due diligence, según fuentes cercanas a la operación. La propuesta de Capio fue la más alta, en torno a los 110 millones de euros, una cantidad que está sujeta a negociación.

Ribera Salud nació en 1997 bajo el impulso del PP con el objetivo de hacer posible la apuesta de los populares de ceder la gestión sanitaria pública al sector privado. Los accionistas principales de la unión de empresas que sacó adelante esta primera apuesta, el hospital de La Ribera (Alzira) fueron Adeslas, una aseguradora sanitaria encargada de aportar su conocimiento del sector de la salud, y Ribera Salud, integrada por Bancaixa, la CAM y Caixa Carlet -ya desparecida- a quienes les correspondió poner el músculo financiero para garantizar la operación.

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En 2004, Ribera Salud dio un cambio estratégico. Pasó de ser un simple socio financiero a convertirse en un operador sanitario más y liderar iniciativas en solitario. Entró en la sociedad que gestiona el diagnóstico por resonancia en la sanidad pública valenciana, se hizo con la gestión del laboratorio clínico del hospital Infanta Sofía de Madrid -que se ocupa de los análisis de seis centros públicos- y, como accionista mayoritario, con el hospital de Torrejón de Ardoz, en Madrid.

La expansión del grupo, sin embargo, chocó con la debilidad de sus propietarios, las dos cajas valencianas, una intervenida (CAM) y otra absorbida (Bankia).

Resultado de ello fue la decisión de venta y la cada vez más cercana posibilidad de que Capio, el único competidor de Ribera Salud en el sector de la colaboración público-privada sanitaria, se haga con el grupo valenciano. Ello no supondría solo la concentración en un grupo empresarial de esta actividad en España y los riesgos que conlleva. También conllevaría la pérdida del control de las cajas -a las que se supone una finalidad social- en la atención sanitaria del 20% de los valencianos por un grupo de capital riesgo británico.

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