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Columna
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Cuidado con las rebajas

Los ciudadanos otorgan poco valor a las promesas electorales, por eso sorprendió tanto, a propios y extraños, que José Luis Rodríguez Zapatero retirase las tropas de Irak nada más llegar al Gobierno. Sin embargo, el pozo del escepticismo es profundo y es un sano ejercicio democrático repasar el grado de cumplimiento de las promesas que hace cuatro años hicieron los políticos que hoy aspiran a la reelección. Tal vez por eso, un grupo de profesores universitarios ha creado una web (http://www.verificar.net/) en la que están recogiendo los incumplimientos más flagrantes del Gobierno de Francisco Camps.

Al margen de que se cumplan o no se cumplan, hay promesas que ya en su propia formulación resultan todo un síntoma. El pasado miércoles, Francisco Camps, aseguró que si gana las elecciones bajaría los impuestos. Camps cifró la promesa electoral en 300 millones de euros y calificó las nuevas rebajas de impuestos de "sociales". Un calificativo un tanto sobreactuado en un Gobierno como el suyo que, por ejemplo, ha estado pagando a Santiago Calatrava una gran parte de los trabajos realizados para la Ciudad de las Artes y las Ciencias en Suiza; un paraíso natural, sí, pero también un paraíso fiscal desde el que se ahorra el IVA. Y ello a pesar de que el arquitecto tiene despacho en Valencia. Proyecto, el de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, cuyo coste supera los 1.000 millones de euros y que, según las estimaciones publicadas por el periodista Víctor Romero, por el cual Calatrava habría facturado en concepto de honorarios alrededor de cincuenta millones de euros. Por no hablar de los pagos realizados a Julio Iglesias, en paraísos fiscales, por gobiernos de Eduardo Zaplana, de los que también formó parte Camps.

El compadreo de los dirigentes del PP con los patriotas fiscales es amplio. Ernesto Bertarelli, el gran almirante de la Copa del América, con una fortuna estimada en más de 5.000 millones de euros, ha sido cuestionado por el trato recibido por los responsables de la recaudación fiscal en el cantón suizo de Vaud, donde tiene su residencia. Bertarelli paga alrededor de dos millones de euros en concepto de impuestos cantonales y federales, cuando según las estimaciones del diputado Jean Michel Favez debería abonar más de 13 millones. También en Suiza se ha comprado una casa otro amigo de Camps, el piloto de fórmula 1 Fernando Alonso, según el diario la Tribune de Genève, por motivos fiscales, algo que fue desmentido por el mánager del piloto. Y por seguir en el campo de la formula 1 que tanto le gusta a Camps, habría que recordar que es en otro paraíso fiscal, las Islas Vírgenes Británicas, donde tiene su sede la empresa matriz de Flavio Briatore, Formula FB Business LTD, de la que es filial una sociedad que comparte con Alejandro Agag, yerno de José María Aznar y promotor del proyecto de convertir las calles de Valencia en un circuito de carreras.

Pero lo más sorprendente de la promesa de bajar los impuestos realizada por Camps es el hilo argumental con el que la justifica. El presidente de la Generalitat ha explicado que con su política de reducción de impuestos pretende compensar los incrementos en la presión fiscal del Gobierno de Zapatero y así mantener a la Comunidad Valenciana como la autonomía con menor presión fiscal. Todo ello mientras se mantuvo callado ante el Gobierno de Aznar y no ha cesado de clamar frente a Zapatero, acusándole de dejar sin inversiones a la Comunidad Valenciana. Un ejercicio de cinismo político similar al que practica dilapidando un millón de euros en una campaña de publicidad para reclamar el agua del trasvase del Ebro, mientras paraliza las obras del Ministerio de Medio Ambiente para construir una desaladora en Torrevieja.

Camps anuncia rebajas fiscales de 300 millones de euros, mientras el Banco de España recuerda que sólo el pasado año la deuda de la Generalitat que preside creció en 576 millones, situándose en la nada desdeñable cifra de 10.759 millones de euros. Una cifra que vuelve a situar a la Comunidad Valenciana como la más endeudada de España en relación al PIB y la segunda en términos absolutos.

Pero siempre hay un roto para un descosido y no son fórmulas imaginativas las que faltan al Gobierno de Camps: Terra Mítica revienta los precios de los banquetes de comuniones (para desesperación de los hosteleros locales) y la Ciudad de las Artes y las Ciencias alquila el Umbracle para abrir una discoteca y una terraza de copas. ¿Impuestos para qué? Son sólo 500.000 personas las que viven en la pobreza en las 240 zonas desfavorecidas del territorio valenciano identificadas en un estudio de la propia Generalitat.

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