_
_
_
_
_
Reportaje:Apuntes

Escoger a los mejores

Educación creará grupos en cada facultad con alumnos y profesores brillantes

Ignacio Zafra

La idea consiste en elegir alumnos con expedientes muy buenos, hacer una selección equivalente entre el profesorado, y crear con ellos grupos de alto rendimiento académico. El plan anunciado en las aperturas de curso por la Consejería de Educación parte de un hecho evidencia: "Uno de los principales objetivos de nuestro sistema de universidades público es garantizar un acceso universal a la educación superior". Ese principio, prosigue la secretaria autonómica de Universidades y catedrática de Economía en la Universidad Jaume I de Castellón, María Amparo Camarero, limita de forma casi automática la posibilidad de que la enseñanza que se ofrece en las universidades valencianas (y, en general, en las españolas) alcance un grado de calidad alto, que al mismo tiempo el territorio necesita.

Los profesores tendrán "incentivos" y se les exigirá un mínimo de sexenios
La idea es que las empresas participen a través de la figura del mecenazgo
Pertenecer al grupo dará acceso a becas, ayudas y prácticas remuneradas
El programa pretende abordar la escasez de alumnos brillantes

Cuando se oyen lamentos sobre las discretas posiciones que los campus autóctonos logran en las clasificaciones internaciones (como la del ranking de Shanghai, en la que no obstante figuran dos valencianas), conviene no perder de vista un aspecto. Las universidades estadounidenses, que copan abrumadoramente las primeras posiciones, cobran matrículas casi 10 veces más caras que en España. Eso si hablamos de las públicas. Un curso en un campus privado de EE UU ronda sin problemas los 18.000 euros, frente a los 600 o 700 euros que cuestan de media en una pública española.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Los grupos de Alto Rendimiento Académico (ARA; Educación debió considerar muy poco apropiado llamarlos GARA) todavía no han sido presentados oficialmente a las universidades, así que habrá que esperar para ver qué tipo de acogida tienen. Pero Camarero señala que están inspirados, en parte, en las iniciativas que ya han puesto en marcha algunas facultades públicas. Una posibilidad sería que esos ejemplos que ya funcionan se integraran en el programa de la consejería.

¿Qué persiguen los ARA? "Por una parte servirían para estimular que los estudiantes brillantes se dedicaran a la investigación básica y aplicada, que es una de las asignaturas pendientes que tenemos. Y por otra servirían para formar profesionales altamente capacitados", responde Camarero. "Uno de los grandes problemas que hay en España, como queda de manifiesto en los informe internacionales como el de Pisa, es que la proporción de alumnos con resultados excelentes es muy escasa. En la carrera pasa algo parecido que con los superdotados en las escuelas; muchos alumnos que podrían ser brillantes se van perdiendo con el paso del tiempo y desaprovechan sus potenciales".

Los grupos serían creados a petición de las propias facultades y a ellos se entraría de forma voluntaria. Ante una de las críticas que previsiblemente recibirán los ARA, la secretaria autonómica hace hincapié en que su carácter sería abierto, es decir, que se podría acceder en varios cursos de la carrera; "la idea no es segregar a nadie", afirma. Y aunque están diseñados inicialmente para las universidades públicas nada impide, agrega, que puedan participar los centros privados.

Los estudiantes serían seleccionados en función de criterios objetivos. Expediente académico; grado de conocimientos de idiomas; exámenes de acceso, y otros elementos similares que pudieran determinar las facultades. La mayoría de las clases se impartirían en inglés, y sus integrantes gozarían de una serie de ventajas. Por ejemplo: prioridad a la hora de recibir la beca Erasmus, así como un complemento económico a la misma; ayudas para perfeccionar el conocimiento de idiomas; acceso a prácticas remuneradas en empresas; colaboración con grupos de investigación de la universidad en los últimos cursos (a través de becas de colaboración), ayudas adicionales a la movilidad...

Otro tanto ocurrirá con los profesores. A falta de un mayor desarrollo de los grupos, la Consejería de Educación señala que se les concederán incentivos (previsiblemente económicos), siempre que cumplan una serie de parámetros de excelencia que podrían concretarse en número de sexenios (reconocimiento oficial a la investigación) obtenidos, y que podrían ser tres en el caso de los catedráticos, y dos en el de los titulares de universidad. Así como el tener un conocimiento de inglés alto.

Camarero considera clave conseguir involucrar en el programa, además, a las empresas. Estas podrían ejercer figuras de mecenazgo financiando, por ejemplo, un aula de informática o un viaje para que los universitarios conozcan las instituciones europeas. Los acuerdos se alcanzarían a través de convenios y podrían incluir la realización de prácticas. Un acercamiento del que, desde esa perspectiva, ambas partes saldrían ganando: los alumnos recibirían una educación mejor, y las empresas tendrían acceso a grupos de titulados con un mayor grado de formación previamente seleccionados.

Los grupos ARA deberán ser discutidos entre Educación y las universidades. Su materialización dependerá en gran medida, como siempre, de los recursos que se pongan encima de la mesa, un aspecto que obliga a ser escéptico. Y no se crearán, salvo sorpresas, antes del curso que viene, cuando se implanten los primeros títulos de grado.

Imagen del primer día de clase en la Universidad de Alicante.
Imagen del primer día de clase en la Universidad de Alicante.JOAQUÍN DE HARO

La experiencia de la innovación

Educación no se ha basado en experiencias de otras comunidades autónomas para diseñar sus grupos de alto rendimiento académico (ARA), pero sí que ha tomado nota de los grupos de innovación que han ido apareciendo en los últimos años en las cinco universidades públicas. El término innovación docente es lo bastante genérico como para que las iniciativas que han surgido, desde la carrera de Química a la de Geodesia, pasando por la de Dirección y Administración de Empresas (ADE) y la de Trabajo Social, hayan corrido una suerte desigual.

Los grupos de innovación fueron creados para preparar el terreno al nuevo sistema adaptado al Espacio Europeo de Educación Superior. En paralelo, las escuelas y facultades fueron creando grupos en los que la mayor parte de las clases se dan en inglés, en parte para atender uno de los puntos débiles de la formación universitaria (los idiomas), y en parte para incentivar la llegada de alumnos Erasmus. En algunos casos innovación y docencia en inglés convergieron en un mismo proyecto.

Algunas de estas iniciativas, como la doble titulación ADE-Derecho que pusieron en marcha las dos grandes facultades del campus de Tarongers de la Universitat de València, ha alcanzado el suficiente éxito como para que la nota de corte supere el 7,5, un dato destacable teniendo en cuenta que ya apenas ninguna carrera pide más de un cinco.

La fórmula de ADE-Derecho (y de casos parecidos desde Castellón a Alicante) se parece bastante a lo que ahora pretende poner en marcha a gran escala Educación: sus alumnos cuentan con buenos expedientes, y profesores están lo bastante motivados como para tener un grupo en inglés.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_