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Fitch hunde al Banco de Valencia en el bono basura

Siguen las malas noticias para Banco de Valencia. A la espera de que el supervisor cuantifique el capital que precisa para cubrir su exposición al riesgo inmobiliario, la agencia de calificación Fitch decidió ayer rebajar su calidad crediticia de BB- a B por el riesgo de que esas necesidades afecten negativamente en sus balances. La decisión de Fitch supone hundir la calificación de Banco de Valencia en el bono basura, un nivel reservado a los especuladores. Junto a la rebaja, la agencia de calificación también puso su nota en perspectiva negativa, lo que abre la puerta a más descensos.

Los problemas que sufre el Banco de Valencia desde que afloraron sus necesidades de capital y su elevada exposición al ladrillo -los activos problemáticos de la entidad ascienden a 3.995 millones, el 18,5% del total- se complican con las dudas que siembra Fitch sobre su futuro. La agencia no solo recorta las calificaciones de la deuda a corto y largo plazo, sino que sitúa a la altura de bono basura un indicador que denomina rating de viabilidad de la entidad.

La decisión de Fitch refleja la inquietud de los mercados respecto a las auténticas necesidades de capital del Banco de Valencia. La entidad anunció el pasado lunes que era objeto de una "inspección ordinaria" por parte del Banco de España y que todavía no podía precisar exactamente las necesidades reales que afronta.

La inspección se arrastra desde hace un año, según fuentes del mercado. Los primeros problemas se detectaron entre febrero y marzo. Los deterioros afloraron con claridad y comenzaron a llegar advertencias al consejo de administración de que la entidad necesitaba una salida, es decir, más capital.

El deterioro de los activos inmobiliarios exigía un volumen de provisiones que no se podían obtener con los beneficios ordinarios que generaba el Banco de Valencia y la entidad se tragaba a marchas forzadas su propio capital para dotar provisiones.

Fitch recoge ese mismo círculo vicioso en las nuevas advertencias. "La ya débil rentabilidad y baja base de capital del Banco de Valencia podría verse muy afectada como resultado de mayores provisiones para afrontar la exposición al sector inmobiliario, como requiere el Banco de España", explica la agencia.

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De ahí las perspectivas negativas sobre el mismo rating de viabilidad del Banco de Valencia. Fitch dispara todas las alarmas cuando insiste en que "la incertidumbre" sobre la cantidad de nuevo capital requerido, y sobre las incógnitas que genera el origen de ese podría derivar en otro recorte de la nota "hasta una calificación equivalente a la quiebra", explica la firma.

La alarma parece excesiva. El Banco de Valencia trabaja en una ampliación de capital que debe acometerse antes de fin de año. El BFA, primer accionista del banco, ya ha avanzado su intención de acudir a esa ampliación. Y la propia Elena Salgado, vicepresidenta económica del Gobierno, ha recordado que el Fondo Ordenado de Reestructuración Bancaria se creó en su día para afrontar precisamente este tipo de supuestos.

Entre severos varapalos desde todos los ángulos, José Vicente Morata, presidente de la Cámara de Comercio de Valencia, levantó la voz en favor del Banco de Valencia. Morata reclamó "un poco más de respeto y discreción" hacia la situación que atraviesa el Banco de Valencia "porque la confianza es muy frágil y no puede ser que esté hablando todo el mundo de una entidad privada".

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