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Reportaje:

Guerra en la retaguardia

El historiador Paul Preston analiza el horror que se vivió en las zonas rebelde y republicana en 'El holocausto español'

Ignacio Zafra

Paul Preston, prestigioso representante de los hispanistas británicos, capaces, según se oyó ayer, de meter hasta el fondo el dedo en las llagas de la historia española del siglo XX con la honradez y la frialdad necesarias, llega andando con un amigo al Bibliocafé, situado cerca del Mestalla. Faltan 20 minutos para que empiece la presentación de su último libro, El holocausto español. La cafetería está llena. Pero Preston acepta unas preguntas rápidas antes de entrar en el local, aunque él dispare primero: "¿Quiere saber quién es mi sastre en Valencia?".

La última obra del historiador nacido en Liverpool reconstruye la violencia en las retaguardias nacional y republicana tras el estallido de la Guerra Civil española, en julio de 1936, y la que siguió a la victoria de los rebeldes capitaneados por Franco. Los números hablan por sí solos. En enfrentamientos militares murieron cerca de 300.000 personas. En las limpiezas cometidas lejos del frente, unas 200.000.

Lejos del frente hubo cerca de 200.000 asesinatos
La violencia tuvo semejanzas, pero no fue idéntica en ambos bandos

Los bajos instintos florecieron, recuerda Preston, en ambos bandos: "En la zona republicana fueron asesinadas alrededor de 50.000 personas. Fue una cosa horrorosa. Hay que partir de ese reconocimiento para poder hablar de la otra zona".

La violencia tuvo semejanzas, sigue el historiador, pero no fue idéntica. "La gran diferencia fue cualitativa: la diferencia de la intencionalidad. Las autoridades republicanas no tenían un plan de exterminio del oponente". La mayor parte de las víctimas en la zona republicana se produjeron, según el historiador, a pesar del Gobierno, en los primeros meses del conflicto, en una etapa en la que el Estado perdió virtualmente el monopolio de la fuerza a raíz, dice Preston, del golpe militar.

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Los rebeldes, en cambio, tenían un plan: "Eliminar a quienes no pensaban como ellos". En la retaguardia rebelde y en la primera posguerra hubo entre 130.000 o 150.000 muertos.

La violencia en territorio valenciano tuvo particularidades. "El principio de la guerra fue semejante a Cataluña. Sobre todo por las columnas anarquistas, que intentaron imponer una colectivización forzada, dada la naturaleza de la agricultura en el País Valenciano, con muchas pequeñas propiedades. Con frecuencia, esos militantes abandonaron el frente y vinieron a Valencia, Gandia y Castellón a robar. El Gobierno impuso el orden a partir de octubre de 1936, aunque ya había habido bastantes asesinatos".

Las diferencias, explica Preston, llegaron tras la guerra: "En Cataluña, mucha gente escapó a Francia, a un futuro bastante horrible, pero pudieron marcharse. En cambio aquí, muchísimos quedaron bloqueados en los puertos, sobre todo en Alicante y Valencia. Numéricamente la represión fue mucho peor porque casi nadie había podido escapar".

El historiador británico Paul Preston presentó ayer en Valencia su último libro.
El historiador británico Paul Preston presentó ayer en Valencia su último libro.SANTIAGO CARREGUÍ

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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