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Columna
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Lliçó de sumes i verbs

Cuando, hace tan sólo unos meses, se presentó la coalición Compromís pel País Valencià, se levantó un clamor de esperanza y diversos colectivos y personas de la enseñanza, de la cultura, del sindicato, del asociacionismo, de la política, la aplaudieron. Eran conscientes de que cuantos adquirieron aquel compromiso, lo hicieron venciendo dificultades y sacrificando intereses de su formación, en beneficio de un sector de la ciudadanía que así lo reclamaba: fuerzas de progreso que iban desde EU al nacionalismo del Bloc y que suponían una alternativa, a los dos grandes partidos, de cara a las elecciones autonómicas y locales. Las urnas, como se sabe, no satisficieron las expectativas de la coalición. Aun así, se confiaba en la posibilidad de una reedición, después de ajustar y consolidar, sin reticencias, los acuerdos que se tomaron con presuras y, quizá, a pie forzado, en vísperas electorales. Malas vísperas aquellas y peores consecuencias, en perspectiva, si se considera que la esperanza inicial ha dado en polvorín. Si alguien prende la mecha, cuántas cosas pueden saltar por los aires. Por los aires puede irse la confianza de un pueblo convencido de que en el Compromis no sobraba nadie. Se decía también que allí, en el Compromís, podía haber diferencias, cuestiones y estrategias discutibles, pero resueltas con el rasero de una política razonada y transparente, atenta a los intereses generales, y, por supuesto, ajena a las mezquindades y miserias, que tan generosamente se practican en las cúpulas y hasta en las filas de la derecha, por citar un ejemplo cegador.

Y de pronto, aunque no se nos ocultaban ciertos indicios inquietantes, toma cuerpo el conflicto. Es un conflicto sorpresivo y duro: está en juego la cabeza de la coordinadora de EUPV y portavoz del grupo parlamentario del Compromis en las Cortes Valencianas, Glòria Marcos. La piden las diputadas Mònica Oltra y Mireia Mollà, de la tendencia Esquerra i País, liderada por Pasqual Mollà, y que en breve se erigirá en partido, apoyadas por los diputados del Bloc, Enric Morera y Josep Maria Pañella, es decir, la mayoría del grupo que cuenta con siete escaños. La situación no sólo es crítica, sino que se sitúa al borde de la ruptura. La respuesta se produce en una terminología severamente estatutaria. La dirección de EU es terminante frente a lo que puede constituir una rebelión. Y en ese punto, con las espadas en alto, hubiera sido procedente echar mano de la tolerancia, junto con la sensatez y la responsabilidad. Estas líneas se escribían ayer, poco antes de concluir el Consell Nacional de EU. Parecía oportuno y pedagógico recurrir a unos versos de Ovidi Montllor: "Un moment / no ens precipitem / primer pensem", de su Lliçó de sumes i verbs. Aunque tal vez hubiera sido más apropiado cantar aquello de "Tot explota pel cap o per la pota". Mientras, el Consell Nacional resolvía dar a las dos diputadas 72 horas para rectificar y poner sus cargos a disposición de la organización. Si explota, ¿por dónde explotará?

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