_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Menudo palo

Me pongo lírico para la ocasión. Hablaré de rostros y poemas, del rostro que algunos tienen y de gente que está hecha un poema.

Lo obvio: los amigos están para las ocasiones. ¿Tienes un contratiempo? Tus colegas te auxiliarán. ¿Y si no tienen la solución? Al menos estarán a tu lado, delante o detrás.

En un mitin celebrado en Valencia hace meses, un Mariano Rajoy extrañamente poético simpatizó con Francisco Camps. "Yo creo en ti, creo en lo que haces y estaré a tu lado", le dijo. La respuesta de Camps fue concluyente y precavida: "Con vuestro cariño no hay obstáculo que no pueda ser salvado". No hay tronco o árbol que no puedan derribarse, añadiríamos.

"Cada sonrisa vuestra, cada abrazo vuestro, cada guiño vuestro, cada palabra vuestra me da la fuerza suficiente para salvar cualquier obstáculo que me pongan por delante, porque lo hago por Valencia y lo hago por España". Eso dijo Camps con lírica algo marchita.

Esto ocurría en 2009. No ha pasado tanto tiempo ni ha habido novedades sustanciales, salvo la dimisión de Francisco Camps. Pero sus problemas de entonces son los mismos: las inculpaciones son idénticas. Padece, pues, infortunio y necesita amigos que estén cerca de él para animarle. O para salvar España y Valencia.

Pero Francisco Camps llega solito al tribunal: sin la plana mayor de sus conmilitones, sin una palabra de apoyo de Mariano Rajoy, sin los aspavientos devotos de Rita Barberá. Camps es ahora un árbol caído: de él, muchos hacen leña. Salvo unos pocos y antiguos colaboradores, nadie se acerca al juzgado. No me choca. Lo que me sorprende es la amplia sonrisa que estos dedican al que fuera President. Él mismo aparece mostrando su contento, un alborozo inexplicable. Acudir al juzgado no es plato de gusto y lo lógico es que los amigos estén a tu lado con el rostro serio y solidario, formando piña o tronco. ¿He dicho rostros?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

"Ya sé que sólo agrada / quien es feliz. Su voz / se escucha con gusto. Es hermoso su rostro", comienza Bertolt Brecht Malos tiempos para la lírica. El semblante contrito de Camps no es hermoso y su voz lastimera no se escucha con gusto, podemos decir si nos ponemos líricos. En la segunda estrofa, Brecht añade: "El árbol deforme del patio / denuncia el terreno malo, pero / la gente que pasa le llama deforme con razón". Camps es el árbol deforme de Brecht: sus antiguos correligionarios lo señalan y se apartan. Algunos le llaman deforme con razón. De hecho ya no cobija a nadie. ¿Es un árbol caído? Sí, Camps está hecho un poema. Pero es algo más. Releamos a Brecht: es "el árbol deforme del patio", que "denuncia el terreno malo".

En ese terreno también prosperaron las malas hierbas, rostros conocidos que ahora evitan su sombra o sombrajo. Se le han caído los palos del ídem. Menudo palo. Menudo rostro.

http://justoserna.wordpress.com

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_