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Nueva traba al entierro de un fusilado por el franquismo

Ignacio Zafra

El empeño de Josefa Celda, de 80 años, para sacar los restos de su padre de la fosa común del cementerio de Paterna donde se encuentran desde que fue fusilado en 1940, se ha topado con un nuevo obstáculo. El Ayuntamiento de Paterna, ante el que Josefa lleva promoviendo la exhumación desde 2007, le ha comunicado que el proceso se paraliza por la oposición de familiares de otro supuesto enterrado en la misma fosa.

El Consistorio de Paterna, dirigido por Lorenzo Agustí, del PP, reproduce en la comunicación enviada a la mujer un párrafo del protocolo de exhumaciones del Ministerio de Justicia: "La oposición por parte de cualquiera de los familiares o las entidades que los representan a la exhumación deberá ser ponderada por la comunidad autónoma; a la vista de lo cual, y teniendo en cuenta los intereses familiares en primer término, tras dar audiencia a estos interesados, decidirá la realización total, parcial o la no realización de los trabajos".

Lo más llamativo, destacó la familia de la víctima de la represión franquista, es que la norma a la que se refiere el Ayuntamiento de Paterna fue publicada ayer en el BOE, y por tanto no estaba en vigor cuando se les envió la comunicación, fechada el 14 de septiembre de 2011.

Tres llamamientos

Antes de enviar el caso a la Consejería de Justicia y Bienestar Social para que lo resuelva, el Ayuntamiento de Paterna ha expuesto en público el expediente de exhumación tres veces. En el Consistorio, en los diarios oficiales de la provincia y la Generalitat, en prensa e incluso colgando carteles en el cementerio. "Nos sentimos engañados", afirma Josefa respecto al equipo de gobierno de Paterna; "podrían haberlo expuesto 10 veces, hasta que apareciera alguien oponiéndose". "Yo tengo muchos años y espero a mi padre enterrado junto a mi madre en Massalfassar. Pero si no puede ser, mis hijas y mis nietas seguirán intentándolo".

José Celda, agricultor de Massamagrell afiliado a Izquierda Republicana, el partido de Manuel Azaña, fue fusilado el 14 de septiembre de 1940, tres meses antes de ser indultado. Sus familiares sobornaron al sepulturero para que lo enterrara con su nombre, guardado en una botella, entre las manos. También conservan un mechón de pelo. Creen por ello que localizarlo en la fosa, que es de dimensiones más bien pequeñas, no debería molestar a nadie.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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