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Columna
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Ón

¿Se puede hablar de otra cosa la víspera de las elecciones al Parlamento Europeo? Decididamente no. Y sin embargo, uno adivina ya el hastío incurable que está acometiendo al lector. Puede que éste seguirme, lo que se dice seguirme, todavía me siga, por aquello de la costumbre, pero el aburrimiento está garantizado. Hombre, si hasta yo mismo estoy escondiendo un bostezo mientras escribo. Todos hemos escuchado a nuestros líderes, esa gente que quiere procurarse un chollete en Estrasburgo con nuestros votos. Los unos dicen que tienen "ilusión, pasión y emoción" y no dejan de dar la vara con el "avión". Impresionante: se ve que la rima en "ón", tan eufónica, les mola. Como en una fiesta de primera comunión, ahora que estamos en la época, bordan el papel: expresión angelical, muchos regalos (simples detallitos, eso sí), estreno de trajes y, naturalmente, el cura. Los otros les acusan de "corrupción, preocupación, Diputación de Castellón". No está claro qué pintan en la fiesta, aunque sospecho que son los paganos del convite a juzgar por la velocidad con la que se están fundiendo nuestros ahorros en tonterías. Total que los unos por los otros seguimos sin entender de qué demonios están hablando. He probado a mezclar sus discursos y no pasa nada, al contrario, queda francamente bien: "Me subí con emoción a un avión, pero la preocupación por la corrupción me hizo bajar en Castellón".

Hasta que de repente, como en trance, lo entendí todo: ón, ón, ón. ¡Claro! La canción de Eurovisión. Esa tiene que ser nuestra contribución a Europa, encontrar una melodía europea de verdad. Lo de Chikilicuatre fue una decepción, lo de Soraya, una verdadera humillación. ¡Qué bien lo había entendido el dictador! Aquella Europa de los sesenta, que nos miraba por encima del hombro, se quedó con un palmo de narices cuando Massiel les espetó el argumento definitivo: la, la, la. ¿Para qué queremos investigar si nunca fue lo nuestro y todos sabemos que con el ordenador de Zapatero los chicos van a descargarse porno y poco más? ¿Para qué queremos crear empresas con la bajada de impuestos de Rajoy si luego, cuando manden, se las regalarán a sus amigos como sucedió en tiempos de Ánsar? Europa la han hecho entre muchos: Italia puso el arte, Francia, la cocina, Alemania, la pasta y Gran Bretaña, el idioma. Bueno, pues la España de pandereta pondrá el sonsonete europeo. Ya lo estoy oyendo como fondo de esa bandera azul de las estrellitas. ¿Se imaginan?: "Yo canto a la hipoteca / que vio mi juventud. / Y al Euribor que día a día / nos trae nueva inquietud. Ón, ón, ón. Toda la vida / es como un botellón / te come el coco cuando naces / y también en el adiós. Ón, ón, ón".

Adivino una mueca de severidad en el rostro del lector: "Parece mentira que sea usted incapaz de tomarse en serio las elecciones europeas de mañana", me está diciendo. Lo siento, es mi problema. Pero no sólo el mío. También es el problema de la mitad de los electores. Y no me vengan con el cuento de que en los otros países sucede lo mismo. Fuera de España la gente no va a las urnas porque la Unión Europea ha defraudado sus esperanzas, en los países orientales por lo que interpretan como un defecto de intervención, en los occidentales por lo que ven como un exceso. En España la gente está contenta con la UE y querría seguir viviendo en la borrachera del pelotazo y del despilfarro, en la que Europa ponía los turistas y los fondos estructurales. Claro que, pensándolo bien, a lo mejor el "ón" de nuestros políticos encierra un mensaje subliminal, pues no deja de ser el participio neutro del verbo griego clásico "eimí", "existir, vivir". Pura Europa, con que más vale ir a votar, después de todo.

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