_
_
_
_
_
Reportaje:LA FUSIÓN DE CAJA MEDITERRÁNEO CON CAJASTUR

¿Quién quiere mal a la CAM?

Caja Mediterráneo toma la decisión más importante de su historia

En la voz del consejero de Caja Mediterráneo se percibe una enorme decepción no exenta de una rabia contenida. Lleva tiempo formulándose la misma pregunta sin encontrar respuesta: ¿Quién quiere mal a la CAM? La caja, su caja, está a punto de rendir las armas -mañana mismo, tal vez- a una entidad de mucho menor tamaño y todavía no se explica cómo ha sido posible llegar hasta aquí. Cómo una entidad financiera que mañana presentará unos resultados excelentes a los que, por si faltara algo, hay que añadir los resultados de las pruebas de resistencia realizadas por el Banco de España que certifican la solvencia de la entidad; cómo es posible, se pregunta, que todo ello no sirva para nada

Un consejero se pregunta por qué el Banco de España lo autorizó todo
Un cargo de la dirección de la caja asegura: "Hemos negociado mal"

"Por qué, por qué. Si tenemos beneficios, nuestro porcentaje de mora está muy ajustado, si nuestra solvencia está más que garantizada, por qué el Banco de España nos fuerza a un acuerdo que nos pone a los pies de los caballos; por qué, pese a tener durante años dos inspectores en la sede central de la CAM, nunca se nos advirtió de que existiera anomalía alguna. Por qué se nos dejó invertir en México o en Costa Rica, por qué se nos permitió emitir cuotas participativas, por qué se dio luz verde a todas estas operaciones para venir ahora con amenazas veladas de una intervención. Si la caja está, según dice ahora el Banco de España, en tan malas condiciones, ¿por qué nos autorizaron todas estas operaciones?". El timbre de voz del miembro del consejo de administración ya es irritado, frustrado. No entiende nada. Sobre todo no entiende por qué le obligan a Caja Mediterráneo a pasar por las horcas caudinas que impone Cajastur, que, pese a ser menor en tamaño, se ha hecho con todo el poder absoluto para su presidente ejecutivo y futuro consejero delegado del SIP (Sistema Institucional de Protección), Manuel Menéndez.

Algunas explicaciones

Y sin embargo, si no para todo, sí para casi todo existe alguna explicación. Fuentes del mercado señalan: Si la CAM está tan bien como pretenden hacernos creer para qué se han pedido 1.493 millones de euros al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria. Y también se formulan otras preguntas: "Es verdad que el Banco de España presionó a Caja Mediterráneo para que se fusionara de manera inmediata; ¿pero era necesario someterla a semejante exposición pública, de tal modo que su imagen se deteriorara hasta extremos inexplicables en una negociación de este tipo?". Estas mismas fuentes aún no se explican ni el recorrido ni el método utilizado en las diferentes negociaciones. "Se asustaron ante un SIP con Caja Madrid porque temían que una entidad de semejante tamaño acabara por absorberles. Luego, en el último minuto, se levantaron de la mesa en la que negociaban con Cajamurcia porque Modesto Crespo, presidente de la CAM, no podía soportar que Carlos Egea, presidente ejecutivo de la entidad murciana, mantuviera idéntica condición en la nueva entidad durante cinco años. Por último, rompieron las negociaciones con la BBK porque solo les ofrecía una participación del 49% en el nuevo SIP. Y todo ello contado en los medios de comunicación en vivo, en directo. Más que una negociación, que siempre debe ser discreta y reservada, aquello parecía la CNN: Está pasando y lo están viendo. Increíble".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

No solo era el mercado el que se asombraba ante unas negociaciones tan obscenamente públicas. En el consejo de administración de Caja Mediterráneo, algunos consejeros estaban muy preocupados por el método que tanto Modesto Crespo como Roberto López, director general de la caja, estaban utilizando. La exposición pública de las conversaciones en los medios no se correspondía con una información adecuada en los órganos de gobierno de la entidad, que conocían de los acuerdos por las informaciones periodísticas. El asombro de no pocos consejeros fue aún mayor cuando se conoció el protocolo de intenciones que Crespo y López habían aceptado para formar el SIP con Cajastur, Caja Extremadura y Caja Cantabria, especialmente si se lo comparaba con lo que habían rechazado con anterioridad: Si Cajamurcia exigía cinco años de plenos poderes para Carlos Egea, Cajastur lograba seis años prorrogables por otros seis para Manuel Menéndez, y si la BBK ofrecía una participación del 49%, el SIP con los asturianos reducía la participación de Caja Mediterráneo al 40%. "Qué mal hemos negociado", confesaba un consejero de la entidad alicantina.

El acuerdo con Cajastur

¿En qué consiste "el mal negocio" con Cajastur? No en el reparto del poder (40% para la CAM, 40% para Cajastur, 11% Para Caja Extremadura y 9% para Caja Cantabria). Ni siquiera en el organigrama de la cúpula del consejo de administración, que se acepta con Modesto Crespo de presidente sin capacidad ejecutiva; dos vicepresidencias para extremeños y cántabros; Manuel Menéndez, consejero delegado, Roberto López director general del SIP, más un director general corporativo que desempeñará el asturiano Felipe Fernández. Ni tan siquiera hay problemas en aceptar que el consejero delegado pueda designar y destituir al equipo directivo hasta el segundo nivel, siendo responsabilidad suya la distribución de las competencias. Tampoco hay pegas en el establecimiento de los porcentajes para la toma de acuerdos en el consejo de administración o en la junta general de accionistas. Acuerdos que, en según qué casos, precisarán mayoría simple y en otros será necesario el 75% del capital con derecho a voto, contando siempre con los votos de los tres consejeros que propondrá Cajastur y los tres que propondrá la CAM.

No. El problema está en el punto 12.3.12 del contrato definitivo y en un segundo epígrafe que blinda por completo el poder de Manuel Menéndez sobre el SIP, vaciando de contenido al consejo de administración. Ese fue el artículo que rechazó el consejo de administración de la CAM en su reunión del 15 de julio y que acabó provocando una crisis de tal magnitud que obligó al Banco de España a intervenir. Las últimas informaciones apuntan a una nueva redacción para que quede claro que con los poderes de Menéndez aún siendo tan amplios, el consejero delegado tendrá que rendir cuentas ante el consejo. Una cuadratura del círculo que permita al asturiano mantener un control casi absoluto sobre la nueva entidad, pero que al mismo tiempo evite las suspicacias de Caja Mediterráneo.

Este es todavía el principal escollo que hay que salvar para que el consejo de administración de la CAM de mañana dé el visto bueno al contrato definitivo; pero como en toda batalla siempre se producen daños colaterales. Los más importantes han afectado sin duda a Modesto Crespo y, en menor medida, al director general de la CAM, Roberto López. Una fuente del consejo es contundente al analizar el papel de ambos: "Se lo negociaron entre ellos y luego el director general trató de arreglar el tema a través de los medios de comunicación". El malestar con Crespo es muy grande porque llegó a acuerdos en reuniones a los que solo asistió él. López, según otras fuentes, exigió ser el director general del futuro banco que nacerá como consecuencia del SIP, aunque para conseguirlo se renunciara a la marca CAM.

¿Está todo cerrado?

Si no ocurre nada, mañana el consejo de administración de la CAM dará luz verde al SIP con Cajastur, Caja Extremadura y Caja Cantabria; pero si por alguna razón Caja Mediterráneo no firmara el contrato definitivo por su desacuerdo con los poderes que pretende ostentar Manuel Menéndez, varios bancos están a la espera de ver qué ocurre con la CAM. Uno de ellos es el Sabadell, otro el Santander. Ambas entidades bancarias han trasladado su interés a la dirección nacional del PP, que se supone debería tener poco que ver con esta historia de fusiones; pero no es así. El acuerdo entre Caja Madrid y Bancaja se cerró en el despacho de Mariano Rajoy entre Rodrigo Rato y José Luis Olivas. El que no pinta nada es el Gobierno valenciano. Los dos Camps (Francisco y Gerardo) se han limitado a ver pasar la procesión como si no fuera con ellos.

El consejero se preguntaba: ¿Quién quiere mal a la CAM? La respuesta: No muchos, pero sí los suficientes. Y no todos están en Madrid. Algunos de ellos forman parte de la dirección de la caja.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_