_
_
_
_
_
LA CRÓNICA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Recetas Camps de buen gobierno

El PP ha requerido la colaboración de sus barones territoriales a fin de confeccionar el programa electoral para las generales del próximo mes de marzo que coordinará el castellonense Juan Costa, lo que viene a ser una deferencia hacia una autonomía tan leal y que desde 1995 viene ratificando por goleadas su decantación derechista. El presidente Francisco Camps, por su parte, ha encomendado este trabajo al más imprevisible de sus íntimos, el portavoz en las Cortes Esteban González Pons, quien con su habitual facundia ha prometido ya facilitarle a Mariano Rajoy la "receta para gobernar España, basada en la igualdad, solidaridad y desarrollo", de la que a su entender es paradigma la Comunidad Valenciana. Con esta fantasía y unas dosis de hipérbole podría sin duda quedar bien arreglado el discurso.

Sin ánimo de pisarle las flores al intrépido parlamentario, nos permitimos sugerir algunas ideas con marchamo valenciano que pueden ser aportadas al aludido cónclave de expertos electoralistas. Y la primera de ellas sería la llamada a los socialistas pidiéndoles el voto, tal como se hizo por estos pagos en los recientes comicios autonómicos. Al fin y al cabo, entre esa grey hay mogollón de gentes que se conforman con una porción de centrismo fetén. Lo malo es que con tanta crispación e intemperancia, ya sea del PP con mando en plaza o de obispos airados, va a resultar difícil persuadir al personal de que se han borrado las diferencias entre los grandes partidos. La deriva carca se acrece, y más cada día.

El agua, también el agua puede convertirse en un motivo movilizador dada la precariedad más o menos acusada de este recurso en buena parte del territorio español. En Valencia ha llegado a convertirse en una especie de jaculatoria en boca de nuestros gobernantes -"agua para todos"-, obsesionados con darle caña a la ministra Cristina Narbona y a las desalinizadoras. Claro que sacudir este asunto a escala estatal abriría graves brechas entre las comunidades con intereses contrapuestos. Catalanes, cántabros, aragoneses e incluso madrileños no sintonizan en punto a criterios sobre la explotación y trasvase de cuencas, que con tanta obstinación defiende la Generalitat, discrepante de todos, pero confortada por la alianza con Murcia.

Muy sustanciosas serían asimismo las aportaciones acerca de la administración del territorio y de la política urbanística. El candidato a sustituir a Rodríguez Zapatero en Moncloa puede beneficiarse de la experiencia valenciana en este capítulo. Le bastaría simplemente con tomar nota de las demasías cometidas, lo que presupone que el PP valenciano y el Consell hayan admitido previamente la evidencia de los abusos propiciados por la laxitud legal y la misma complicidad del Gobierno autonómico. Un ejercicio de contrición que los populares valencianos están lejos de practicar porque, entre otros motivos -y eso resulta innegable-, a la mayoría del vecindario indígena le traen al fresco los abusos perpetrados, el fenómeno especulativo ha decantado una cohorte innumerable de nuevos ricos y la oposición no tiene resuello ni ocasión para moderar este proceso que únicamente ha frenado la crisis inmobiliaria en curso.

Los doce años de hegemonía popular en estos lares seguro que han equipado al portavoz mentado más arriba de la experiencia y el recetario para ganar elecciones y gobernar. Otra cosa es que algunas o muchas de sus posibles propuestas sean plausibles y generalizables sin graves riesgos económicos o perversiones democráticas para quien las asuma. Nos referimos al endeudamiento público que ha maniatado financieramente el futuro de la Comunidad y al secuestro de RTVV, convertida en un medio informativamente servil e indigno de una sociedad plural y adulta. Una constatación que, de repetida, se ha convertido lamentablemente en una plegaria inútil.

La campaña no ha empezado, aunque tenemos la impresión de que nunca amainó. De todos modos, habrá oportunidad para nuevas glosas y con toda certeza, nuestro hombre en Madrid, el repetido Pons, seguirá dándonos motivos sobrados para el pasmo y el comentario.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

FUNDAR

Acoso laboral, persecución sindical, presión ideológica y despidos improcedentes a porrillo -con las indemnizaciones legales al canto- son las credenciales que han afamado de nuevo a la Fundación de la Solidaridad y el Voluntariado (Fundar), patrocinada por Bancaja y la Consejería de Bienestar Social. En el disparadero de las arbitrariedades, su gerente, Ester Fonfría, amparada por el PP, que hace y deshace a su antojo, aunque acaba de írsele la mano al despedir de golpe a seis trabajadores sin tener la mínima cortesía de informar a sus patronos. Una dama de hierro a la que le ha venido grande el cargo otorgado por su militancia y buenos padrinos. Ya se le busca sustitución y oportunidad -nos dicen- para el relevo. ¡Qué menos!

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_