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Socorro

Si las cosas fuesen medianamente bien, que no es el caso, importaría un pimiento que el presidente de la Generalitat, en pleno uso de sus facultades, se liase en un debate de cortos vuelos con un transeúnte de retórica callejera que le llama corrupto, ladrón y desgraciado. ¿En qué foro se habrá inspirado o a qué escuela dialéctica pertenecerá el interpelante? Si las economías, mayormente domésticas, fuesen si no boyantes, simplemente equilibradas, la magistratura tertuliana abundaría en el parecido del lenguaje maya con la inteligencia emocional de Mariano Rajoy. Mejor aún, analistas y mercenarios se aventurarían en dilucidar si la estampa imborrable de Francisco Camps en Cheste a bordo de aquella carroza rebosante, significaba el crepúsculo de su épica política o sólo expresaba un deseo oculto de ser fallera mayor y tirar capullos en la batalla de flores. Pero ocurre que en el ombligo del eje de la prosperidad, al decir del régimen, hay escolares que pasan hambre y los maestros montan una hucha solidaria para que el capital humano no desfallezca entre la tabla de multiplicar, el conocimiento del medio, y las oleadas de fenicios, griegos y cartagineses. O que a lo largo y ancho del mapa escolar valenciano, hay padres y madres que se arman de paletas y brochas para remendar los centros educativos donde el presupuesto pasa de largo hacia otros bolsillos. La degradación de los servicios públicos es inversamente proporcional a los delirios de grandeza de la clase dirigente, por así decir, proyectados sobre el Ágora, el circuito de carreras, la dársena y lo que caerá. Entre la dejación y la competencia sobre quién se hace cargo de sus obligaciones ha surgido una tierra de nadie donde la ciudadanía esquilmada, para hacer frente a la contingencia, usurpa, qué remedio, determinados atributos del Estado de bienestar, aquí en fase de derribo. ¿Estamos en el umbral del gobiérnese usted mismo? ¡Socorro! Ante la insolvencia institucional, cualquier día ingresarán pacientes en el hospital, provistos de gotero, jeringas, esparadrapo y dos kiwis para aligerar el cuerpo antes de la cirugía. Estamos a pocos días del puente de la Constitución, así llamado por una Carta Magna que en su artículo 155 establece: "Si una comunidad autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente contra el interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al presidente de la comunidad autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general". ¿A qué esperan, a los cascos azules de la ONU?

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