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Un estudio de las canteras de Godella aporta datos inéditos sobre la historia de Valencia

Las canteras que levantaron Valencia guardaban un relato apasionante sobre la historia de la ciudad. Pero nadie se había acercado a la hondonada caliza de Godella para escucharlo. Hasta que un joven arqueólogo, Miquel Martí, se ha dedicado durante meses con ayuda de la asociación de vecinos de Campo Olivar a buscar las huellas que han dejado allí en los últimos 4.700 años los picapedreros de todas las civilizaciones. Sus hallazgos aportan datos inéditos sobre la historia de Valencia, desde un yacimiento eneolítico hasta la partida de nacimiento de L"Almodí.

Al pie de una ladera rocosa, Martí ha hallado los restos de La Covatella, un yacimiento del Eneolítico (entre el Neolítico y la Edad de Bronce). Pero los barrenados que se hicieron en el franquismo para sacar rocas han reducido la cueva al tamaño de una brecha. Los fragmentos de estalactitas mezclados con restos eneolíticos avalan la existencia de la cueva. Por fortuna, las explosiones lanzaron algunos restos arqueológicos hacia el exterior, lo que ha permitido a Martí encontrar, sin excavar, un ajuar funerario eneolítico, formado por un idolillo, un cristal de roca, collares de conchas y un diminuto cuchillo tallado en sílex. "El enterramiento en la cueva", precisa el investigador, "representaba el viaje de retorno al útero de la madre tierra". El idolillo es un hueso de cabra, con rasgos humanos en tonos ocres. Una suerte de salvaconducto en el viaje al más allá. Martí destaca que es el primer idolillo de este período hallado al norte del Júcar, y precisa que el cristal de roca también forma parte de los ajuares funerarios hallados en Navarrés. Los fragmentos de conchas aún conservan el agujero para trenzar el collar. Entremezclados con estos restos ha hallado asas de las jarras que utilizaban los picapedreros romanos para saciar su sed. De este período Martí ha encontrado tres trozos de columnas acanaladas idénticas a las que se utilizaron para edificar el foro romano de Valencia. Tal vez eran piezas defectuosas o sobrantes. Lo cierto es que por alguna razón nunca llegaron a su destino. "A los romanos debió encantarles la cantera de Godella por su piedra porosa, similar a la que utilizaban en Italia", explica el arqueólogo. El ritmo de la cantera coincide con las épocas de esplendor y decadencia de la Valentia romana: desde el inicio vacilante, al apogeo de la época imperial y la escasa actividad cuando la ciudad entró en crisis. Los clavos de finales del siglo II son los últimos vestigios romanos hallados, cuando, en plena decadencia, se detuvo la construcción del foro. Los visigodos no se dejaron ver por la cantera, pero sus construcciones, como la cripta de Sant Vicent, se alzaron con piedra de Godella. "Aprovecharon las losas de la ciudad romana en ruinas", aclara Martí, que piensa reunir sus hallazgos en un libro. La cantera apenas trabajó bajo la ocupación islámica, pero tras la conquista de Jaume I "se tiró abajo una buena parte de la ciudad y Valencia volvió a demandar piedra". Martí no se ha limitado a inspeccionar el terreno. También ha buceado en el archivo de la ciudad de Valencia . Legajos analizados mil veces, pero no desde las perspectiva de la cantera, la madre de los edificios. Esa nueva visión le ha permitido fijar la fecha en que comenzó la construcción de L"Almodí, el granero medieval: el 11 de enero de 1497, casi un siglo antes de lo que se creía. 127 "carretades" A partir de este día, el administrador de la obra, Arcys Vinyoles, empezó a recibir 127 carretades (cargamentos de losas en carretas) para construir L"Almodí. Valencia estaba en una época de esplendor y había duplicado su población hasta las 75.000 almas. Y Vinyoles era el responsable de la construcción de la Lonja, L"Almodí y las Atarazanas. Para la Lonja, Vinyoles necesitó 11.144 carretades de Godella. En esa época, la roca se usó hasta para las lombardas (balas de cañón) de la Armada real. El récord de carretades lo ostenta Bernat Colom, que aportó a la ciudad 2.271 carretas llenas de losas de Godella entre 1483 y 1506. En el siglo XIX, Martí ha documentado la decadencia de la cantera, que pasó a producir losas poco labradas para entradas de carruajes, y acabó en los sesenta aportando rocas para el espigón del puerto. En los últimos años se ha convertido en el cementerio de las fincas de Valencia, acumulando toneladas de escombros. Sefa Olmos y Juan de Miguel, los vecinos que han ayudado a Martí, advierten sobre el futuro incierto de la cantera: el Ayuntamiento de Godella quiere urbanizar la explotación, sin importarle que se inundara en 1990 porque "está situada sobre unos acuíferos".

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