_
_
_
_
_
SUCESOSEL SOSPECHOSO ES AMIGO ÍNTIMO DE "EL SORDO"

La Policía detiene a un segundo sospechoso por el linchamiento de un camionero en Natzaret

La Policía ha detenido a un segundo sospechoso por el linchamiento del camionero que arrolló a un niño en el barrio de Natzaret, en Valencia, el pasado 4 de diciembre. Se trata de Jesús G. J., un hombre de etnia gitana, de unos 50 años, cerca de 1,80 metros de altura, barba y cabello cano. El detenido no es familiar del niño de 22 meses atropellado. La detención se produjo el pasado lunes sobre las siete de la tarde en el centro de la ciudad de Valencia, entre las calles de Colón e Isabel La Católica. Jesús G. J. fue trasladado a la Jefatura Superior de Policía, donde fue interrogado y pasó la noche en los calabozos. Ayer, sobre las cuatro de la tarde, los agentes del Grupo de Homicidios trasladaron al detenido a su domicilio en el barrio de Natzaret, en un coche camuflado de la Policía. Acompañados por la comitiva judicial, los agentes registraron la vivienda, en los números 104 y 106 de la calle Mayor, durante tres horas. Jesús G. J. mantenía una estrecha relación con José Muñoz Bautista, El Sordo, el padre del niño atropellado, que se entregó en el juzgado 40 horas después del suceso. La Policía sospecha que ambos se dedicaban al tráfico de drogas, como los ocho detenidos en la Operación Carbones el viernes en cinco chalés cercanos al de Muñoz. Los agentes buscan a más sospechosos ya que, según la autopsia, en el linchamiento participaron al menos cuatro personas.

La Policía cotejará el pelo del detenido con el hallado en el lugar del crimen

El cabello canoso de Jesús G. J. tiene una relevancia fundamental en la investigación. En el lugar del crimen, la oscura calle de Algemesí, en el confín de Natzaret, sin aceras, y convertida en un barrizal por las últimas lluvias, los agentes de la Policía Científica descubrieron unos cabellos canosos mientras se efectuaba el levantamiento del cadáver del camionero Antonio Civantos. Ahora la Policía Científica cotejará los pelos de este hombre de etnia gitana, de unos 50 años, con los cabellos hallados junto al cuerpo sin vida del transportista. Esta prueba genética, que puede prolongarse varias semanas, es básica, según los investigadores, para poder presentarle una prueba fiable al juez que demuestre la participación en el linchamiento de este segundo detenido. En el registro de la vivienda de Jesús G. J. en la calle Mayor de Natzaret, los policías del Grupo de Homicidios se llevaron varias bolsas de plástico que contenían ropa del detenido, con la esperanza de hallar algún cabello para efectuar los análisis genéticos pertinentes. Es su única esperanza, ya que hasta ahora no han dado con ningún testigo ocular que pueda aportar datos relevantes. La calle estaba muy oscura, lamentan los compañeros del transportista asesinado. Los agentes venía buscando en los últimos días a una persona de pelo cano que mantuviera una estrecha relación con José Muñoz Bautista, El Sordo, padre del bebé atropellado, que se entregó y confesó su participación en el linchamiento. La autopsia del transportista reveló que, al menos, tomaron parte cuatro personas en el linchamiento. Después de que El Sordo se entregara en el juzgado de guardia a las 40 horas del suceso -a la misma hora en que enterraban a su pequeño- la Policía centró la investigación en los parientes directos de El Sordo. Sospechaban sobre todo de dos tíos carnales del niño y de una mujer de la familia. Cambio de rumbo Sin embargo, hace unos días los agentes del Grupo de Homicidios empezaron a seguir el rastro de otras personas que no pertenecían a la familia Muñoz pero que podrían encontrarse en su chalé el día de la tragedia por la estrecha relación que mantenían con el padre. Especialmente, les interesaba una persona de cabello canoso. Finalmente las pistas les llevaron hasta Jesús G. J. Este hombre, muy amigo de El Sordo, residía en el centro de Natzaret, en plena calle Mayor, muy cerca del mercado y de la iglesia. Lejos del escenario de la tragedia y de la operación antidroga del viernes. La vivienda de Jesús G. J. es una casa de dos plantas muy amplia, que está decorada lujosamente, lo que da una idea del alto poder adquisitivo de su propietario. Mientras los agentes del Grupo de Homicidios de la Policía registraban la vivienda, varios familiares aguardaban en un Mercedes plateado, matrícula de Madrid, en una calle cercana. Tiempo atrás esta vivienda fue la sede de la Asociación Cultural Andaluza del barrio, hasta que se la quedó Jesús G. J. y la sometió a una profunda reforma. Los vecinos, que se congregaron en la calle para presenciar el registro, comentan que este hombre vino desde Madrid con su familia hace un año y medio.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_