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Un anciano muere en el incendio de una residencia de Picanya

La investigación apunta a que el fuego prendió por un cigarrillo del fallecido

Una persona de 89 años murió en la madrugada de ayer y otras 15 sufrieron distintos grados de intoxicación tras un incendio en la residencia privada de la tercera edad Amelia Piedras Millán, de Picanya (Valencia). La causa más probable del suceso es que la víctima estuviera fumando y que el cigarrillo prendiera la habitación en la que se encontraba.

Nueve personas -agentes de la Guardia Civil, de la Policía Local y trabajadores de la residencia- fueron trasladados a los hospitales Doctor Peset, La Fe y General de Valencia por inhalación de humos, aunque ninguno sufrió lesiones de gravedad, según indicó ayer la consejera de Bienestar Social, Angélica Such. En total, fueron 15 las personas intoxicadas, entre las que se encontraba el director del centro.

Bienestar Social indica que el plan de evacuación funcionó bien
La consejería solo tiene ocho inspectores de los 20 que marca la ley

Las llamas se originaron hacia las tres de la madrugada, según fuentes del Consorcio Provincial de Bomberos. Fue en una habitación del segundo piso de la residencia -de 55 plazas, cuatro de ellas subvencionadas- situado en el número cuatro de la plaza de España de Picanya, en las primeras plantas de una finca. Al parecer, el anciano se había quedado dormido mientras fumaba un cigarrillo. El incendio provocó una densa humareda que obligó a desalojar al resto de ancianos que dormían en la misma planta. Al lugar se desplazaron distintas unidades de bomberos, agentes de la Guardia Civil y de la Policía Local, que, junto a los trabajadores de la residencia ayudaron al resto de usuarios a desalojar el centro.

La consejera de Bienestar Social se trasladó a primera hora de la mañana a Picanya e indicó que a pesar del "lamentable accidente" ocurrido, el plan de evacuación, así como la alarma, habían "funcionado correctamente". Fuentes de este departamento indicaron que la residencia fue objeto de una inspección en abril del año pasado.

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Una de las trabajadoras de la residencia, Antonia Checa, explicó a Efe que tras sonar la alarma en el panel que controla las habitaciones subieron a la segunda planta y pudieron bajar a todos los ancianos que dormían en ese piso, excepto al fallecido, porque su habitación "estaba llena de humo".

"Llamamos a los bomberos, la policía y a los médicos", indicó. "Ha sido muy rápido, como un relámpago", comentó. Otra de las empleadas, María del Carmen Ceballos, que sufrió una intoxicación por humo y fue atendida por los médicos, explicó que el fallecido "fumaba como un carretero". Ángeles Corbalán, familiar de uno de los residentes en el centro, insistió en ello. Recordó que a la víctima ya le habían llamado la atención "porque fumaba mucho" y señaló que el daño "ha sido lo mínimo, el mal ha sido para la persona que no ha hecho caso a las normas", en referencia a la víctima del accidente.

La consejería lleva años incumpliendo la ley de Servicios Sociales, que establece que debe haber un inspector por cada 250.000 habitantes. Según esta relación, la plantilla debería de estar constituida por 20 personas y, como recordó ayer el diputado socialista Antonio Torres, la consejería no cuenta con más de ocho para revisar todos los centros que dependen de este departamento, ya sean residencias de mayores, de menores, centros para personas con discapacidad, con enfermedad mental o de protección de mujeres, entre otros.

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