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Reportaje:

100 años del 'Valle del Juguete'

El Muvim reúne 150 piezas de la factoría de los hermanos Payá, en Ibi, hoy convertido en una fábrica museo

Ignacio Zafra

La fábrica de juguetes de los hermanos Payá, en Ibi, entró en la I Guerra Mundial como un negocio incipiente, esforzado en abrirse un hueco en una industria dominada tradicionalmente por Alemania. Cuando acabó la guerra, en 1918, su nombre sonaba con normalidad en las tiendas españolas y había comenzado a hacerlo en otros países europeos. En 1922 tenía en nómina a 200 trabajadores. Comenzaba su larga etapa de gloria.

El Museu Valencià de la Il·lustració i la Modernitat abrió ayer la exposición Cien años de juguetes en la Comunitat Valenciana (hasta el 9 de enero) que reúne 150 juguetes salidos de la fábrica de L'Alcoià. Algunos, como el coche Bugatti, diseñado en 1930, son piezas de coleccionista.

La empresa de los hermanos Payá se dedicaba originalmente a la producción de objetos de hojalata, especialmente latas. En los ratos libres, contó ayer Lino Vilar, antiguo trabajador de la factoría, hacían pequeñas manos y otros embriones de juguetes que vendían por los mercadillos. En 1905, los hermanos, que no eran precisamente humildes, fundaron La Sin Rival. Payá Hermanos.

Dos años más tarde viajaron a una feria de Alemania, compraron numerosos productos y una vez en casa, según el comisario de la exposición, Carlos Pérez, se dedicaron a estudiar, a copiar y a mejorar los objetos con el mismo tesón con el que lo harían décadas más tarde los empresarios asiáticos.

La neutralidad española en la I Guerra Mundial no benefició únicamente a los Payá. Mientras las fábricas europeas se dedicaban a producir armamento, en Ibi y en la vecina Onil aparecieron numerosas industrias, casi todas de tamaño pequeño, que acabaron dando a la zona el nombre de Valle del Juguete.

El negocio siguió bien hasta 1936. La Guerra Civil, sin embargo, colocó a la comarca de L'Alcoià en la situación opuesta: sus fábricas, muchas de ellas colectivizadas, sirvieron para crear espoletas y munición, aunque no exclusivamente. Vilar explicó ayer que uno de los muñecos expuestos, que representa a un bobby inglés, fue reconvertido en miliciano republicano. En vez de mover el brazo para levantar la porra, alzaba la mano izquierda con el puño cerrado.

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La cosa mejoró a principios de la década de los cuarenta, con la II Guerra Mundial. La Sin Rival fue la primera industria española que instaló una máquina de inyectado de plástico, en 1950. Una etapa que dejaba atrás los juguetes de chapa.

Lino Vilar se instaló en Ibi en 1968. Para entonces, el pueblo tenía unos 15.000 habitantes y casi un centenar y medio de empresas dedicadas a la producción de juguetes. En Onil se había creado Famosa (Fábrica Muñecas Onil Sociedad Anónima), y Vilar aseguró ayer que las sirenas de las fábricas de Rico y de los Payá "parecidas a las de los barcos" podían oírse cada mañana a las 7.45 en todo el valle llamando al trabajo. Lo hacían otras cinco veces, a lo largo del día, y sus habitantes, dice Vilar, se acostumbraron a ordenar su vida conforme a ellas.

La subida del precio del petróleo y de sus derivados, como el plástico, tardó en llegar al Valle del Juguete. Cuando lo hizo, fulminó progresivamente a muchas de las empresas. En 1982 la compañía de los Payá se declaró en suspensión de pagos. La Administración intervino para evitar su cierre y 80 trabajadores, entre ellos Lino Vilar, crearon una cooperativa, a medio camino entre una fábrica y un museo que sigue funcionando hoy, con 15 trabajadores.

La exposición del Muvim muestra modelos antiguos, como la locomotora Santa Fe, o el hidroavión Plus Ultra, que continúa produciendo la fábrica. Todos en chapa y madera, como en los antiguos tiempos.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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