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La ayuda de Montilla a Acció Cultural causa estupor en entidades catalanistas

Nunca una reacción contraria contra el referente en la lucha pero sí cierto estupor, sobre todo por la cantidad y por la manera cómo se concedió. Así reaccionaron ayer algunas entidades catalanistas valencianas al hecho que la Generalitat de Cataluña decidiera otorgar ayer -en su última reunión antes de las vacaciones- una subvención a dedo de 495.000 euros a Acció Cultural del País Valencià (ACPV) para "fomentar la lengua y la cultura catalana". El consejero de Turismo catalán, Josep Huguet, que ayer ejercía de portavoz del Ejecutivo, defendió la subvención a la entidad que preside el activista cultural Eliseu Climent -así como otra, de 1,2 millones de euros, para un festival de teatro en Perpiñán- y la justificó, irónicamente, por "cosmopolitismo transfronterizo".

La ayuda a Climent, que durante años ha gozado de cuantiosas subvenciones de la Generalitat catalana, fue recibida con sorpresa por otros activistas de la Comunidad Valenciana. Pese a que reconocen la labor de Climent como pionero en la defensa del catalán, critican que las ayudas "siempre recaigan en los mismos", según Diego Gómez, presidente de Escola Valenciana.

"Tras tantos años, empieza a haber la sensación en muchos sectores de que la ACPV no ha sabido expandir su labor ni ser referente para aglutinar la causa, crear un tejido social que pudiera dar respuesta a lo que estamos viviendo con el PP", prosigue Diego Gómez.

Esa opinión, "que comparten otros grupos y plataformas", crea según Gómez la sensación en sectores catalanistas valencianos de "que hay más cosas que Acció Cultural, que el fenómeno es más rico y más ligado a la realidad del País Valencià".La sensación en estos medios procatalanistas es que "ya existen en Valencia muchas asociaciones que podrían recibir perfectamente esas ayudas y que encauzarían hacia otras líneas de actividades que ACPV no aborda; quizá ya es hora de abrir otras maneras de actuar y cooperar", apuntaba ayer un alto responsable de una empresa cultural valenciana, que prefirió el anonimato.

"No es que la batalla por los repetidores de TV-3 no sea importante o que tener un centro cultural [en referencia al Centre Octubre] no sea dinamizador, pero la cadena apenas tiene un 2% de audiencia y, mientras, las líneas de enseñanza del valenciano tienen serios problemas o las subvenciones a la lengua son ínfimas; no sé: ACPV no está por ejemplo en la Federació d'Organitzacions de la Llengua Catalana", constata Gómez.

El máximo responsable de Escola Valenciana, que admite que la entidad que preside también ha recibido ayudas de la Generalitat catalana, piensa que en los sectores catalanistas está implantada la sensación que el organismo que encabeza Climent "no ha sabido abrir la mano y actúa con un paternalismo excesivo que igual ya no es acorde a los tiempos. En global la rentabilidad de tantos años de ayudas de la Generalitat a Climent no se ve por ninguna parte".

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Gestión poco clara

Un paso más allá va el responsable cultural consultado, para quien ya se ha extendido una sensación entre plataformas y grupos: "¿Por qué se les ayuda siempre a ellos y no a nosotros?". Además, en su opinión, el funcionamiento de la ACPV, impregnado de asamblearismo, "provoca que, sin serlo, se dé una imagen de oscurantismo, de gestión poco clara". En esa línea, cree que es lícito que los activistas se pregunten si tanto las actividades que acoge el edificio Octubre como las fuertes multas que la entidad debe de afrontar por el caso de los repetidores (300.000 euros en 2007, por ejemplo) se pueden pagar solo con las cuotas de los socios o se sufragan con subvenciones catalanas.

La ayuda de casi medio millón de euros que la Generalitat catalana ha decidido otorgar al ACPV saldrá del departamento de Cultura. La concesión, que se ha hecho sin concurso público, se une a la polémica generada por un informe de la Sindicatura de Comptes donde cuestiona las asignaciones a dedo que un organismo autónomo de este departamento ha estado concediendo entre 2007 y 2008. "Todo esto es una fotografía del pasado", argumentó ayer Josep Huguet.

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