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El cadáver de un marroquí aguarda desde julio a ser repatriado

Samir Khalladi, temporero marroquí de 32 años, murió violentamente asesinado en una casa abandonada en Algemesí el 22 de julio. Desde entonces, su cuerpo aún no ha podido ser devuelto a su país, como se lamenta su hermano Jaid. "Por lo visto, el Gobierno marroquí debe dinero a la funeraria en la que está mi hermano y se está retrasando todo. Estoy cansado de esperar". Jaid reside en Barcelona y comenta que los distintos viajes que ha hecho a Valencia para visitar el consulado e interesarse por el caso de su hermano le han costado 1.500 euros. "Y no he conseguido nada de nada", deplora.

El primer problema que impidió el rápido envío del cuerpo de Samir fue la investigación judicial. El magistrado encargado de llevar el caso ordenó el secreto del sumario, lo que impidió que se pusieran en marcha de inmediato las gestiones del traslado. Sin embargo, una vez enviado el cuerpo a una funeraria de Valencia, el proceso de repatriación se ha visto paralizado de nuevo. Esta vez, por motivos administrativos.

Si la familia quisiera correr con el coste del traslado, no existiría ningún problema. En el momento que sufragara el coste de la operación, la funeraria pondría en marcha el transporte del cadáver.

Retrasos

Pero desde hace unos años, el Gobierno marroquí ha asumido la responsabilidad de sufragar las repatriaciones de los cuerpos de sus ciudadanos fallecidos en España. Y existen distintos problemas que están retrasando el proceso, como ha sabido este diario. El Gobierno, a través de la Fundación Hassan II, ha de librar al consulado en Valencia el dinero para pagar al tanatorio el coste del proceso. Y esta transacción económica está tardando más de lo previsto. A ello, se añade la deuda que tiene el Estado marroquí con esta funeraria contraída en casos anteriores que aún no se han liquidado, lo que tampoco ayuda a facilitar el proceso.

Samir fue asesinado en la casa abandonada donde residía después de que, al perder el trabajo que tenía en la construcción, tuviera que dejar el piso alquilado en el que vivía. Algunos de los vecinos de Algemesí que lo conocieron lo describieron, al conocer su fallecimiento, como una persona muy tranquila, responsable y apreciada.

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Este diario trató, sin éxito, de obtener ayer la versión de los hechos de la embajada de Marruecos en Madrid.

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