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Columna
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El calorcito y las Furias

Mientras La Roja sigue su paseo triunfal otras Furias caldean el ambiente político, ya de por sí bastante tórrido. Pero debe tratarse de malos remedos de las mitológicas que vigilaban la puerta hacia el mundo inferior, castigando a aquellos cuyos crímenes no habían sido expiados cuando eran mortales, persiguiendo incluso en la superficie a quienes pretendían salir impunes de algún delito. No son las justicieras; las que nos acongojan más bien parecen Furias azules, pardas o quizá negras.

Ahora mismo, tras el punto final, salgo hacia el Centre Cultural La Nau de Valencia para gozar del "privilegio" de la libertad de creación y expresión de más de 40 actores y actrices quienes, hasta este viernes, representan Zero Responsables en recuerdo de las víctimas del Metro, que 4 años después de la tragedia no han merecido la atención del presidente de los valencianos y las valencianas. La prensa y correos electrónicos de urgencia desvelan que la Universidad ha sido presionada por el mismísimo Camps para que no se permita una obra donde por lo visto se le parodia cruelmente.

"Os echamos de menos al lado de la ley", le acaba de decir en la Ser la socialista Elena Valenciano al portavoz del PP González Pons. El arrestado José Joaquín Ripoll (gran novedad respecto a tan viejo asunto) ha reaccionado con educación y serenidad. Su partido (y algunos jueces "más que amigos"), no. Porque su partido no tiene otro objetivo que el de capitanear, contra el gobierno Zapatero, una lucha sin cuartel y sin reglas, con todos los instrumentos que pueda alcanzar aunque con ello se emponzoñe el prestigio de altos poderes e instituciones. Ya lo dijo aquel concejal: "Nuestro objetivo no es el bien de Gijón, sino ganar las elecciones".

Y el pueblo al que tanto quieren se convierte en comparsa y principal perjudicado, para variar. Arremetieron contra la Educación para la Ciudadanía, el sumario Gürtel, Garzón y el Estatut catalán, la educación sexual de la juventud, la Ley de Salud Sexual y Reproductiva... Insumisos y recurrentes, boicotean, dicen, aunque luego reculen y se desdigan. La democracia les es ajena. "No hay razones para acatar", alegaba el presidente murciano mientras el vicepresidente valenciano exigía la suspensión de una ley aprobada por el Parlamento, y ahora se nombra una comisión opusdeísta para evaluar las malformaciones fetales. "Las mandaremos fuera como siempre se ha hecho", añadían en Navarra reafirmando, para las mujeres que no quieren seguir con un embarazo, la pena de extrañamiento como si fueran apestadas.

La Furia Megera en modo alguno trataba de restablecer el orden perdido, sino que más bien se encargaba de vengar a sus dioses haciendo crecer el odio y la discordia entre los mortales.

Es la que luce el maillot amarillo en este rincón del universo. Por eso se nos apodera este "calorcito" tan bochornoso, y más cuando el "gran jefe" Rajoy sale por peteneras.

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