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Elecciones municipales y autonómicas

La crisis deja el sistema financiero valenciano sin sus dos grandes cajas

De todos los cambios que dejará tras de sí el tsunami que ha seguido al estallido de la crisis económica, el que más se notará a la larga será la nueva situación de las dos grandes cajas de ahorros valencianas. Bancaja y la CAM, hasta 2010 la tercera y cuarta cajas españolas, respectivamente, han pasado en poco tiempo de aspirar a liderar cualquier fusión que apareciera en el horizonte a asumir humildemente un papel secundario en las operaciones fraguadas. El caso de la CAM es más sangrante, ya que fue rechazada por sus socios a los 10 meses de anunciarse su fusión y está en un compás de espera hacia un nuevo rumbo con el apoyo económico necesario del Gobierno.

El giro ha sido dramático en pocos años. En 2007, las cajas valencianas presumían de su fortaleza, y los pasos y resultados que iban dando respaldaban la versión. Bancaja, por ejemplo, elevó en abril de 2007 el peso que tenía en Iberdrola y en el primer trimestre de ese año ganó un 17,6% más. La CAM, mientras, adquirió también en abril el 5% del Banque Marocaine du Commerce Extérieur, reforzó su presencia en la cadena Sol Meliá y sus resultados mejoraban en un 15%.

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Pero llegó la reordenación del sector, vía fusiones impulsadas por el Banco de España. Las cajas valencianas parecían no tener prisa y el Consell, contrariamente a otros Gobiernos autonómicos, no definió con claridad una postura. Llegado el momento, con más torpeza que otra cosa, puso de nuevo sobre la mesa la quimérica fusión de Bancaja y la CAM. No hubo manera. Y tras distintos intentos infructuosos, más discretos en el caso de Bancaja y más expuestos en el de la CAM (que negociaba en posición de debilidad presionada por el Banco de España), la primera se ha diluido con un acuerdo con Caja Madrid y la segunda anunció una fusión con Cajastur, Caja Cantabria y Caja Extremadura, de la que, a última hora, fue expulsada. Ahora deberá recomponer su rumbo con la ayuda del Banco de España.

La indefinición del Consell en todo este proceso, contrariamente a la actitud más decidida de otros Gobiernos autonómicos como el andaluz, el gallego o el vasco, ha dejado a la Generalitat sin su brazo financiero.

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