_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Dónde está mi dinero?

Hay vicios recurrentes de la vida pública que se vuelven endémicos y desembocan en crisis políticas. En las modernas democracias de masas, la transparencia es como el oxígeno, un elemento vital para la respiración. Estos días se acumulan síntomas de los graves problemas respiratorios que padece lo que Amartya Sen denomina la democracia por discusión, un modelo que se asfixia si la información no puede circular y las críticas se sofocan sin piedad.

Hoy, cerca de la sede del Parlamento valenciano, representantes de decenas de asociaciones reivindicativas protagonizarán unas simbólicas Cortes Ciudadanas, convocadas por En Moviment, una iniciativa que congrega a organizaciones como Salvem el Cabanyal, la Asociación de Víctimas del Metro, Xúquer Viu, Escola Valenciana, la Plataforma d'Iniciatives Ciutadanes, el Col·lectiu Ovidi Montllor o Salvem el Botànic. Será la presentación en sociedad de lo que se define como "un movimiento social que actúa políticamente", más acá de los partidos y más allá del magma de la opinión pública. Los promotores de En Moviment son ambiciosos y su primera campaña se ampara en una pregunta crucial: "On estan els meus diners?". Su pretensión, además de la agitación en las redes sociales de Internet y su eventual plasmación callejera, es recoger ideas para exigir transparencia en la acción de gobierno. "¿Dónde está mi dinero?" tiene alcance valenciano, pero recuerda la campaña de la Coalición Proacceso en España para seleccionar 100 asuntos bajo un epígrafe genérico: "¿Qué queréis saber del Gobierno?".

La lucha contra la corrupción, sin duda, pasa por la transparencia. El miércoles pasado, el portavoz socialista, Ángel Luna, formulaba en las Cortes Valencianas una pregunta que encaja perfectamente en ambas campañas. ¿Qué costó a la Generalitat, y por tanto a todos los ciudadanos, la visita del Papa a Valencia? No es un interrogante caprichoso, dado que en las bambalinas de la visita papal se movió la trama de corrupción del caso Gürtel, como ha documentado un extenso informe policial que pone en la picota a directivos de Ràdio Televisió Valenciana y altos cargos de la Generalitat vinculados a la fundación que organizó el viaje. La furibunda reacción del PP contra Luna por exhibir un informe bajo secreto de sumario, cuyo contenido, por cierto, ya había sido publicado en este mismo periódico, revela cómo duele un asunto que no obtuvo del jefe del Consell más respuesta que calificar el debate de "esperpento".

Ayer mismo, la diputada de Compromís Mònica Oltra, explicaba que el Consell ha rechazado un plan de choque por la transparencia y contra la corrupción propuesto por su grupo. La víspera, la Associació d'Arxivers i Gestors de Documents Valencians había pedido que los diputados autonómicos puedan tener acceso a los contratos de la Generalitat. Hasta que el clamor ciudadano no logre su objetivo la política valenciana boqueará como un pez fuera del agua. El agua de la transparencia que hace posible la deliberación en libertad.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_