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Columna
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Se estrecha el cerco sobre Ángel Luna

Dice el refrán que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, (aunque en este caso haya sido el propio Luna quien la haya lanzado). También, por lo que parece, el único capaz de repetir un acto irregular constitutivo de delito, y además publicitario. Eso es lo que se desprende de las declaraciones del portavoz socialista en las Cortes. A Ángel Luna no le vale ser imputado por el Tribunal Superior de Justicia por la comisión de un delito de revelación de secretos. No le vale que su actuación viole una garantía judicial como es el secreto de sumario, ni perjudicar el derecho de defensa, ni crear juicios paralelos, porque está dispuesto a repetirla, incluso ¡a pagar por hacerlo! Parece que para el señor Luna, el Estado de derecho y el respeto a la justicia no están entre sus prioridades.

Esa doble moral de unos socialistas que reclaman lo que no son capaces de aplicar a los demás es sumamente desconcertante e hipócrita. Durante meses, Luna buscó un lugar bajo el sol mediático de las Cortes. Pero las cosas cambiaron el día que el grupo parlamentario popular, bajo la batuta de Rafael Blasco, cansado de soportar semana tras semana las insidias de un desaforado personaje que parecía crecerse en la insinuación, la acusación, el insulto y hasta la fermentación de teorías conspirativas, decidió decir ¡basta ya!: los ciudadanos no merecen esto.

¿Habla de persecución política el mismo partido que ha equiparado imputado y condenado y ha generado innumerables juicios paralelos a base de filtraciones? ¿Habla de acciones mafiosas quien, al más puro estilo Al Capone, ha declarado estar dispuesto a pagar por informaciones que ayuden a derribar al Consell? Poca trayectoria democrática hay tras este doble rasero. Haber sido expulsado de las Cortes o tener el récord de reprobaciones de la Cámara valenciana no era suficiente. Su docencia democrática ha saltado por los aires al ser imputado por la Justicia. Luna entró la semana pasada al TSJ para declarar por un presunto cohecho por la reforma de su casa y salió doblemente imputado por un supuesto delito de revelación de secretos. El cerco se estrecha sobre su persona, a pesar de que ayer asistimos al rápido archivo de la causa por la reforma doméstica. El laberinto judicial en el que está inmerso solo tiene una salida hacia la recuperación de la dignidad: la dimisión.

La famosa reforma ha dejado al descubierto las contradicciones de un portavoz que como única respuesta ante el juez ofrece la opacidad y no las facturas. Sus incoherentes y cambiantes declaraciones caen por su propio peso cuando el contratista que ejecutó la reforma asegura que a él le pagó Ortiz, que no le pidieron ninguna factura y que además le dijeron que no hablara de dinero. Y no olvidemos que Luna ocupa la portavocía después de que se forzara la dimisión de Pla por un asunto similar. El mejor ejemplo del doble rasero de los socialistas. Ahora esa causa ha sido archivada, y aunque desde el PP siempre hemos mantenido un respeto escrupuloso hacia las decisiones de la justicia, no deja de ser llamativa la prisa que se han dado juez y fiscal para dar carpetazo al archivo sin practicar todas las diligencias que se habían pedido. La causa, además, decae por prescripción, que el señor Luna sabe perfectamente que no es lo mismo que una absolución. Luna sigue con sus explicaciones pendientes y desde luego no parece ni moral ni ético irse a trabajar con el empresario al que había adjudicado contratos desde el Ayuntamiento de Alicante por valor de más de 1.200 millones de pesetas y después volver a la política, poniéndose ¡además! de ejemplo de pureza y de comportamiento.

Alicia de Miguel es diputada del Partido Popular en las Cortes Valencianas.

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