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Columna
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La fantasía de Rajoy

Me entretiene la literatura perecedera, esa en la que los políticos se dedican a contar historias con moraleja. Qué grandes son, me digo, mientras creo oír un redoble de tambor. Al autobombo ahora se le llama storytelling.

Podríamos parafrasear el estilo. "Fui una persona normal. Estudié y siempre seguí el ejemplo de mi padre o de mi abuelo. Mi madre era una persona cariñosa y muy guapa. Soy paciente y amo a España. Esto que ahora escribo en parte lo hago por mis hijos, para que me conozcan bien y para que me puedan perdonar las horas que les robé, siempre dedicadas al servicio público. En realidad, estoy de paso".

Leo En confianza, de Mariano Rajoy, y pronto leeré Camisa blanca, de Esteban González Pons. ¿Hay autobombo en la prosa de Rajoy y de González Pons? De este último espero grandes alardes, pues de él se conocen sus esfuerzos poéticos, sus metáforas tremendas y sus declaraciones siempre preocupantes. El político valenciano tiene el verbo suelto, mucha facundia. ¿Y Mariano Rajoy? Su libro es muy revelador: el líder es como parece, un registrador de la propiedad y un señor que lee el Marca, ese abc del que extrae sus lecciones de estrategia. Quiere que le quieran y a ello se aplica, justamente para que no lo pillen en un renuncio. Distingue dónde está el peligro y evita lo que incomoda. En su libro, precisamente, hace pronunciamientos grandilocuentes. Parece estar recitando la lección ante el tribunal de Reválida: "Nuestro país es una gran nación. Una de las más viejas de Europa, porque son más de quinientos años de historia compartida".

Podría detallarles lo que ha hecho esa gran nación y podría reproducir más declaraciones de Rajoy. Expresa las mejores intenciones -y quién no las tiene-, pero no hay columna suficiente que resista el peso de tanta bondad o de tanta verbosidad. Sus buenos propósitos son eso: cháchara. ¿Cómo comprobarlo? Intenten poner del revés lo que Rajoy defiende. Hablando de la educación, por ejemplo, dice que los grandes maestros "son como las cumbres, las altas cimas de las que baja la nieve, irrigándolo todo lo que encuentra a su paso".

En esta imagen húmeda y algo pegajosa noto el lirismo de González Pons. ¿Retoca o asea la sintaxis del registrador? Tal vez. A Mariano Rajoy la transición democrática le sorprendió estudiando para registrador de la propiedad. Luego accedió a un cargo político y ahí sigue. Pero, como él mismo admite, está de paso: de paso en el coche oficial, mientras escribe estas notas para adeptos. Aunque la política no es un cuento, el presidente del Partido Popular pronto encontrará a sus enemigos, nada poéticos; y encontrará también a algún que otro traidor. Que no se confíe: la realidad le apeará de sus fantasías narrativas. Et tout le reste est littérature.

https://justoserna.wordpress.com

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