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Columna
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¡No me hablen de la tele!

Lo dicen y lo repiten, "Canal 9 es un escándalo". Algunos analistas de la izquierda han encontrado, incluso, en la televisión autonómica, -en su utilización obscena por parte del PP, para ser más precisos-, la clave de la derrota electoral del pasado 27 de mayo. Se trata de una atribución de responsabilidades demasiado rotunda, pero es difícilmente discutible el fondo de burda manipulación permanente que han tenido que soportar los sectores progresistas estos últimos años desde un canal de titularidad pública convertido en una extensión propagandística del Consell que preside Francisco Camps y de sus fabricantes de consignas.

Efectivamente, la manipulación de Canal 9 es intolerable. Lo repitió Joan Ignasi Pla en el debate de investidura de Camps como presidente de la Generalitat, en el que volvió a solicitar infructuosamente un acuerdo parlamentario para reconducir la televisión autonómica hacia cauces más acordes con la pluralidad ideológica, la imparcialidad informativa y el respeto a las funciones de un servicio público. Más contundente, si cabe, se mostró la portavoz de Compromís pel País Valencià, Glòria Marcos.

El asunto de la tele, pues, es un escándalo. Pero no sólo por los muy justificados motivos de queja de la oposición parlamentaria. También por la incoherente, vergonzosa e incomprensible actitud de los grupos políticos de izquierda a la hora de "mojarse" para hacer algo. El próximo martes, sin ir más lejos, el pleno de las Cortes elegirá a los nuevos miembros del consejo de administración de Ràdio Televisió Valenciana (RTVV) con la complicidad de quienes más reniegan de la manipulación, el desprecio y la falta de respeto que les deparan las emisiones un día y otro.

Los socialistas, que han perdido la brújula y se mueven como un paquidermo enloquecido sobre la cartografía de la realidad valenciana, reelegirán a tres de sus cuatro representantes en el consejo e incorporarán como gran fichaje a una señora cuyo currículo consiste en ser la pareja de Ángel Franco, ex senador curtido en mil conspiraciones de partido. Compromís pel País Valencià, por su parte, se ha dividido dramáticamente y, mientras su descarriada líder, Glòria Marcos, presenta como aspirante al frustrado candidato al Ayuntamiento de Valencia por una lista que rechazó explícitamente el "compromís", la mayoría de su grupo apuesta por un profesor universitario.

¡Ya está bien de monsergas! Si la izquierda valenciana quiere representar de verdad la cívica indignación de los sectores de opinión pública que la apoyan tiene una oportunidad inmejorable. ¡Que se plante! Tanto el PSPV como Compromís pel País Valencià pueden decir "no". La renovación del consejo de RTVV exige las dos terceras partes de los votos de la Cámara. Si tan intolerable es el asunto, que la cosa quede patente en un bloqueo parlamentario con el que el PP se vea emplazado a discutir un estatuto democrático para la gestión de la empresa pública de comunicación o a persistir en su denigrante manipulación. Lo demás es miseria y compañía. Mucha miseria, sobre todo. Y por favor, ¡que no nos hablen de la tele!

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