_
_
_
_
_
Reportaje:Apuntes

La herencia (buena) del 'boom'

La etapa de prosperidad alimentó los desequilibrios causantes de la crisis, pero integró a miles de universitarios que están llamados a cambiar la economía

Ignacio Zafra

Cuenta Matilde Mas, profesora de la Universitat de València y miembro del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), que estos días, cuando los alumnos de último curso le piden consejo sobre su futuro laboral, les recomienda que se marchen: a Estados Unidos, a Alemania, a cualquier lugar que no esté siendo tan castigado por la crisis y donde las previsiones no sean tan pesimistas. La conversación tiene lugar en el pasillo de la Facultad de Economía que Mas comparte con Francisco Pérez, director del IVIE, fundado hace 20 años por la Generalitat con un objetivo: "Disponer de una organización capaz de hacer investigación económica apoyándose en el capital humano de las universidades", dice Pérez. El instituto celebra su aniversario en medio de la peor crisis global a la que ha asistido la mayoría de los economistas vivos, y eso ha obligado a sus investigadores a hacer un alto en su método de trabajo habitual (el medio y largo plazo) para ocuparse de la coyuntura.

La Comunidad Valenciana no saldrá antes de la crisis, cree Francisco Pérez
"Los universitarios han llegado para quedarse", afirma el director del instituto
El IVIE nació en 1990 para investigar la economía apoyado en las universidades

El mensaje de Pérez no es de entrada tan devastador como el que seguramente sin pretenderlo transmite Mas. El director del IVIE no es optimista ("cuando la economía dice que el sistema tiene mecanismos para reequilibrarse, lo que no dice es que esos mecanismos no tengan costes y lleven tiempo; por supuesto que la actual situación podrá corregirse, pero nos costará"), y aun así, quizá por la costumbre de la perspectiva, deja en su discurso algún elemento para la esperanza, como se verá enseguida.

Todavía no se han estudiado del todo las consecuencias envenenadas de la década larga (1995-2007) de prosperidad que vivió España y la Comunidad Valenciana en particular, lo que se suele llamar el boom. Pero sí se han explicado buena parte de sus aspectos. El crecimiento de la economía galopó a lomos de una burbuja inmobiliaria. Su estallido ha causado un socavón cuya profundidad aún no está clara. Por su alta rentabilidad la fiebre inmobiliaria absorbió inversiones y créditos que podrían haberse destinado a modernizar actividades tradicionales o alumbrar otras nuevas de más valor añadido. El reclamo del empleo poco cualificado y bien pagado fomentó el abandono escolar. La expansión monetaria, la entrada en el euro y los bajos tipos de interés sentaron las bases de una montaña de deuda (pública y privada) muy difícil de digerir. El territorio y el paisaje pagaron la factura ambiental del ladrillo. Etcétera.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

De todo ello va hablando Pérez hasta que se le pregunta: ¿Le costará más recuperarse a la economía valenciana que a la española? "Lo que es evidente es que nos ha afectado más. Una prueba de ello es la tasa de paro. Es verdad que la experiencia de otros momentos señala también que cuando la economía repunta, la valenciana lo hace con más fuerza. Pero la duda que existe en estos momentos es si ese mecanismo de recuperación más rápida, del que muchas veces ha sido responsable el propio sector inmobiliario, en este caso va a ayudar. Lo previsible es que a corto plazo no lo haga".

¿Dónde están las buenas noticias? El director del IVIE cree que fuera del desalentador campo de visión general hay cosas que ya han empezado a cambiar. El término clave es capital humano, una de las especialidades del instituto. O, dicho de otra forma, los universitarios. "Una parte de la economía que nos debe ayudar a crecer ya existe pero todavía es pequeña. Son esas actividades más intensivas en tecnología y en conocimiento. Y para eso hay un elemento muy positivo, y es que durante el boom hubo una penetración enorme de capital humano en las empresas, también en las valencianas. El número de universitarios se multiplicó por tres".

De los siete millones y medio de puestos de trabajo generados en España entre 1995 y 2007, tres millones eran universitarios. "Es verdad que una parte de ellos está ocupando puestos para los que están sobrecualificados, pero la mayoría no. Y una buena noticia es que llegaron y han resistido, porque la destrucción de empleo de universitarios ha sido mínima. Del empleo destruido, solo el 3% es de universitarios, cuando representan el 20 y tantos por ciento de los empleados. Hay razones para pensar que los universitarios han llegado para quedarse y eso debería ser un elemento que contribuyera a que sean viables las transformaciones que dentro de las empresas que sobreviven y sobrevivirán se están produciendo".

La economía valenciana debe mover ficha en dos direcciones, sigue Pérez: cambiar lo que produce y dónde lo vende; y abordar cambios de ahorro de costes y organizativos en las empresas. "Para ambas cosas hace falta capital humano. Porque no puedes cambiar los perfiles y las características de los productos si no tienes gente que diseña, que innova. Tampoco vendes en otros mercados si no tienes gente que hable lenguas, ya no solamente inglés y francés sino lo que haga falta, y teja redes comerciales. Pero tampoco mejoras los procesos con facilidad si no tienes gente que sea capaz de comprender y contribuir a hacer mejor las cosas".

Hoy, con la cuarta tasa de paro más alta de España y con un tejido productivo especializado en actividades de poco valor añadido, no es fácil pensar en otra cosa. Pero el director del IVIE remata: "Creo que hay un proceso de transformación en marcha que, si fuéramos capaces de medirlo, no nos diría cosas buenas porque todavía es muy pequeño. Pero si lo siguiéramos nos daría pronto buenas noticias porque va creciendo de tamaño. Aunque no va a ser fácil. Y va a obligar a que todos seamos mucho más realistas".

La dificultad de remar contra el viento

La crisis ha dejado muchos damnificados. ¿Están entre ellos los economistas que, en general, no advirtieron la gravedad de lo que estaba a punto de ocurrir? "Tomados en su conjunto la opinión de los economistas acabó estando bastante en sintonía con el optimismo y la infravaloración de los riesgos generales, eso no se puede negar", responde Francisco Pérez, director del IVIE. "Es verdad que algunos economistas avisaron del riesgo de aspectos concretos. Lo que pasa es que cuando se generalizan estos estados de opinión, optimistas o pesimistas, nadar contracorriente es muy complicado. Da la impresión de que cuando se hacen comentarios sobre los riesgos que parecen desmentir los hechos se está queriendo actuar como aguafiestas. Y en particular estas dudas se plantean más sobre los universitarios, que parece que tenemos un sentido crítico muy exacerbado".

El IVIE, en el que trabajan 50 personas, fue creado por el Consell socialista en 1990. Sus investigadores pertenecen a la Universitat de València, pero también a la de Alicante, la Jaume I de Castellón, la de Murcia, la Pablo de Olavide de Sevilla y la Pompeu Fabra de Barcelona. Su naturaleza fue desde el principio, sin embargo, singular: se trata de una empresa de la que el Gobierno valenciano posee el 21% del capital. El resto corresponde a Bancaja, Fundación BBVA, CAM y, en otro escalón, a Ford, Funcas y la fundación Cañada Blanch. Su grado de independencia respecto al Consell, asegura Pérez, es total, a pesar de que la presidencia del instituto corresponde al consejero de Economía y Hacienda. El Consell financia entre el 10% y el 15% del presupuesto del IVIE que, antes de la crisis, rondaba los dos millones de euros.

Creador de una inmensa base de datos, su gran especialidad es el estudio del crecimiento económico y sus fuentes: análisis regionales, influencia de las nuevas tecnologías, acumulación de capital y, relacionado con ello, el impacto económico de la educación.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_