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9 d'Octubre
Columna
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El hundimiento

El PSOE se hunde. Y en su viaje abisal le acompañan los socialistas valencianos. Pero por una vez el PSPV no es un lastre. Simplemente, un compañero de viaje más. Esa es una de las conclusiones, y no la menor, al que llega el sondeo realizado por Metroscopia para EL PAÍS con motivo del 9 d'Octubre. Desde la derrota de los socialistas valencianos en las autonómicas de 1995, el PSOE venía obteniendo mejores resultados en las generales que su federación en los comicios regionales. Baste con recordar que en la disputa por la presidencia de la Generalitat 2007 la distancia entre los dos grandes partidos fue de 18.3 puntos, mientras que en el último pulso entre Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, un año después, esa diferencia fue de 11.3. El sondeo de este año revela que esa diferenciación en el voto ha desaparecido. Jorge Alarte y Zapatero alcanzan los mismos magros resultados: Algo más del 29% de los votos.

Jorge Alarte y Zapatero alcanzan los mismos magros resultados: algo más del 29% de los votos

El dato no es baladí. En la Comunidad Valenciana, a menudo, se tiende a analizar la realidad política viéndola a través de un canuto, como si todo lo que ocurriera más allá de las fronteras del territorio autonómico no afectara a lo que sucede en su interior. Incluso se piensa y, aún peor, se actúa, en función de lo que sucede dentro de las cruces de término de la ciudad de Valencia. El reduccionismo tiende a la búsqueda de soluciones simplistas, de líderes redentores que, cual si se trataran de cupones de la ONCE, devolvieran la ilusión a una izquierda que camina irredenta sin un mesías que la guíe. Los datos del sondeo señalan claramente que depositar la esperanza en un personaje carismático no conduce a ninguna parte.

No son pocos los ciudadanos progresistas que se preguntan (basta echar un vistazo a los chats de este periódico) cómo es posible que, con los escándalos que sacuden al PP y a sus dirigentes en la Comunidad Valenciana, los socialistas no levanten cabeza. Cómo es posible que los valencianos soportemos a un presidente que es visto como una persona poco fiable y menos honrada. En definitiva, cómo el PP aumenta su ventaja hasta los 22 puntos respecto del PSPV. Hay razones que explican este comportamiento. La Comunidad Valenciana es España. Parece una perogrullada, pero no lo es tanto. Políticamente, los valencianos no nos comportamos de una manera muy diferente a los madrileños o a los castellano-leoneses. Y la crisis económica le pasa factura al Gobierno por igual en todas partes. El desánimo entre los electores socialistas valencianos es idéntico al de los castellano-manchegos (véase el monumental enfado de José María Barreda. Cree que va a perder las elecciones por culpa de Zapatero) De acuerdo con el sondeo, la fidelidad de voto en el electorado del PP se sitúa en un 78%, un nivel algo más bajo del que se da en el conjunto de España, donde llega al 84% (alguna factura, pequeña, si pasan los escándalos), mientras que la de los votantes socialistas se queda en apenas un 52%. Los responsables de Metroscopia creen que ese desánimo se traduce en una atípica propensión a la abstención. En consecuencia, la participación en las próximas elecciones autonómicas será inferior en cinco puntos a la registrada en 2007. Pero también consideran verosímil una variación al alza de la afluencia de los votantes a las urnas de la que se beneficiará el PSPV, aunque no tanto como para poner en riesgo la mayoría absoluta del PP.

El deterioro de la imagen de Camps tampoco es gratuita. El 65% de los votantes del PP opina que la inclusión en las candidaturas de su partido de personas imputadas podría afectar a su intención de votarle, aunque eso no les impide seguir apoyando al presidente de la Generalitat. Según Metroscopia, el profundo sentido de la disciplina de estos electores parece lograr hacerles llevar esta ambivalencia tan profunda como incómoda; pero no cabe descartar que, en algún momento, pueda acabar por erosionar el apoyo a los políticos que la generan. Así se explica el deseo de los votantes populares que prefieren otro candidato del PP distinto de Camps.

Que el comportamiento del cuerpo electoral sea idéntico a la mayoría del resto de España no significa que no haya que subrayar algunas particularidades. Es un hecho que los distintos ejecutivos de Rodríguez Zapatero han invertido en la Comunidad Valenciana más que cualquier otro. Pese a todo ello, los ciudadanos de esta tierra se sienten agraviados por el trato que reciben de este Gobierno. El 66% valora negativamente la gestión del presidente (en 2006 el porcentaje fue del 79%). Incluso la mayoría de los votantes socialistas se sienten maltratados. Y la responsabilidad de esta mala imagen no cabe atribuirla solo a la máquina propagandística y manipuladora de la Generalitat. Moncloa también es responsable.

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Al hundimiento de los socialistas valencianos ayuda, y no poco, la soberbia y la ignorancia de Moncloa, incapaz de rentabilizar sus propios éxitos.

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