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Otra inmigración es posible

Un libro recoge 20 años de experiencias de un proyecto destinado a impulsar liderazgos comunitarios entre jóvenes latinoamericanos y africanos

Hace 20 años comenzó en el barrio de La Coma de Paterna (muy marcado entonces por su marginalidad) una novedosa experiencia de promoción de liderazgos comunitarios bajo el impulso de Joaquín García-Roca, que entre 1994 y 2004 dirigió el colegio mayor universitario situado en el barrio.

El proyecto fue creciendo hasta convertirse en una iniciativa con participación de estudiantes de El Salvador, Nicaragua, Colombia y Ecuador que aún pervive y en la que han intervenido centenares de jóvenes. Algunos desde sus países, tras ser elegidos por sus comunidades para formarse y liderar los proyectos colectivos de sus respectivos grupos humanos. Otros desde estancias en residencias universitarias de Valencia para profundizar sus conocimientos académicos y establecer relaciones locales que les permitan adquirir nuevas herramientas para mejorar el trabajo que desempeñarán de vuelta a casa.

García-Roca y Rubén Torregrosa, ambos profesores de la Universitat de València, presentaron ayer el libro Jóvenes en la era de las migraciones, en el que echan la vista atrás y repasan estas dos décadas. La conclusión general de estos años de trabajo es que otra inmigración es posible si los esfuerzos se dirigen hacia la justicia social y el desarrollo de los pueblos.

García Roca censuró la inmigración selectiva que propone la Unión Europea, "una fuga de cerebros encubierta, el último pillaje al sur", comentó. "Europa solo quiere que vengan aquellos que nosotros creemos que pueden ser líderes en sus comunidades, que deben volver a sus países para desarrollarlos". Por ello, propuso un replanteamiento de la relación norte-sur "que acaba siendo una relación encubierta de dominio a través de empresas de servicios".

La experiencia con jóvenes latinoamericanos y senegaleses "nos invita a soñar otro modo de entender la condición juvenil, marcada por los estereotipos negativos y la impotencia generalizada". Pero también a "repensar la educación desde nuevos prismas alejados de los dominios de la producción y los mercados". En este sentido, García Roca criticó la reforma universitaria del plan Bolonia, "más interesada en formar expertos en medios que ciudadanos en fines, analfabetos afectivos y espirituales".

El libro plantea "un nuevo modo de concebir la cooperación entre los pueblos, de repensar las relaciones desiguales que se establecen entre los países y de inaugurar nuevas alianzas". Y un nuevo tablero de juego "para inaugurar un nuevo tipo de reciprocidad en el que todos dan y todos reciben". Las conclusiones y las experiencias de estas dos décadas están ahora al alcance de todos. Solo falta ponerlas en práctica.

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