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Reportaje:

El ladrillo anega las acequias

La venta de tramos para suelo urbanizable y su falta de limpieza facilitan los desbordamientos en Valencia y su zona limítrofe

"La acequia no se limpia como corresponde, y siempre que llueve mi campo se inunda", dice Miguel Martí, agricultor en la huerta de Alboraia. "Mira lo que ha sucedido en Valencia, algo así debería hacer reflexionar", indica su hermano, Vicent Martí, quien recibió en 2006 de la ministra Cristina Narbona el premio al mejor agricultor ecológico de España. Con lo dicho refiere el gran socavón producido en el paseo de la Petxina -la grieta tragó a dos vehículos- relacionado con la acequia Rovella que atraviesa el subsuelo. En 2004, un desbordamiento de la misma Rovella ya produjo el anegamiento de la calle de Quart. Entonces, un responsable de su comunidad de regantes dijo: "La ciudad había crecido sobre ella", que la canalización se usaba "desde tiempo inmemorial" y que igual se había producido en la acequia una obstrucción, ya que eventualmente se había encontrado en ella muebles y hasta un colchón.

Al final de Saplaya se están haciendo obras que cubren la acequia de Morra
En 2004, un desbordamiento de la de Rovella anegó la calle de Quart

No parece pues que una limpieza sistemática se utilice como antídoto a los excesos del urbanismo. Miguel Martí se queja de eso. "Al final de Saplaya, una urbanización costera de esta zona", explica, "se están haciendo obras de urbanización de carretera que cubren un tramo final de la acequia Morra", ramal de la acequia Rascanya. Para explicar mejor el problema, muestra un escrito del ingeniero de Caminos José Luis Miralles que el propio Miguel ha hecho llegar sin gran éxito a diferentes instituciones. El texto apunta que, en ausencia de una limpieza real de fango y de sedimentos, ese tramo de acequia "pierde su capacidad de desagüe". Y que, en caso de temporal, la fuerza del mar actúa aún más en contra de ello, sobre todo si una obstrucción de la acequia -como la de residuos acumulados- frena la velocidad de salida del agua.

Cuando las obras urbanizadoras cubran la acequia, continúa el texto, "no será posible proceder a las acciones de limpieza". Ello podrá desembocar "en inundación de las tierras aguas arriba", algo que se agravaría "si la obstrucción se produce en el momento de las lluvias torrenciales". José Moratal, concejal del PSOE en Alboraia afirma que "el ingeniero de turno ha dicho que todo se solucionará con un colmatador", una hondonada para contener la sedimentación del agua. "Pero los labradores ya han indicado que eso será insuficiente según lo que ellos conocen de la acequia".

"La tradición indica que la limpieza de la acequia la hagan los propietarios de campos que linden con ella", indica José Casares, electo de la comunidad de regantes de Rascanya, la institución que debe supervisar la acequia. Sin embargo, cuando, desde esas comunidades de regantes se produce la venta de tramos de acequia para construcción, todo cambia. "Ahora mismo, estamos a la búsqueda de un acuerdo con el Ayuntamiento para ver quien limpia". "Hasta ahora lo he hecho yo, en representación de los regantes", asegura.

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Muchas son las acequias que han sido paulatinamente urbanizadas. El dinero ganado con la venta de tramos no se reparte entre propietarios de campos, se supone que la comunidad de regantes lo reinvierte. "La transacción la gestiona y la cobra la comunidad de regantes por derecho consuetudinario", indica Vicent Sales, agricultor, geógrafo, ingeniero técnico agrícola, y reconocido especialista en acequias valencianas. "Se considera que la organización representa a los campos regados, no a los dueños de esos campos". "Hay un limbo en el tema de regulación de limpieza de acequias cuando se venden, y ha habido además un descomunal crecimiento urbanístico", añade. "Los que compran desvían un nuevo paso de agua que no tiene en cuenta los intereses agrícolas, sino los de la construcción, y se suelen generar muchas situaciones de riesgo de inundación, que aumentan con la tendencia a tapar acequias y sus cajeros". "Si se generan conflictos", explica Sales, "el Tribunal de las Aguas sólo interviene en litigios menores entre usuarios, los grandes problemas se llevan a los juzgados".

Precisamente, apunta Carmina del Río, edil socialista del Ayuntamiento de Valencia, "ha sido la voluntad de evitar conflictos judiciales con las comunidades de regantes de las acequias de la ciudad lo que ha hecho que el consistorio establezca un acuerdo muy caro". "Implica un pago de más 600.000 euros anuales durante 25 años por la utilización de la red de acequias como corredero de aguas pluviales". "El Ayuntamiento asume conservación, reparaciones y limpieza, y ni siquiera conocemos el estado de esas instalaciones". "Tampoco hay seguridad de a quién pertenecen en su totalidad", finaliza, "ya que hay tramos vendidos a perpetuidad".

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