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Entrevista:FERRAN TORRENT | Escritor

"Lo lamento por los fundamentalistas"

Ferran Bono

Ferran Torrent (Sedaví, Valencia, 1951) dice que ha optado por ser escueto cuando no se encuentra cómodo ni hay complicidad con el público. Está recorriendo España presentando su novela finalista del Planeta, La vida en el abismo, en la que relata el mundo marginal del juego en L'Horta de principios de los setenta, escrita por primera vez en castellano. Esta tarde recala en Valencia, firmando ejemplares, junto a la ganadora Lucía Etxevarria, en el Corte Inglés de la calle de Colón. La entrevista se realizó en su domicilio de Sedaví, escenario de buena parte de la novela.

Pregunta. Relata su territorio vital y literario, pero esta vez en castellano...

Respuesta. En castellano y en catalán. Por primera vez en el premio Planeta, el libro sale en castellano al mismo tiempo que en catalán. Hay mucha gente que no lo sabe. Hice las dos versiones al mismo tiempo. Lo que no quiero decir es cuál hice primero: el orden de los factores no altera el producto.

"Salí del golferío y me metí en la cultura. Ahora regreso. Todos acabamos en un trayecto circular '
"La literatura es como el fútbol. En la pretemporada de la novela estás inseguro"

P. ¿Cómo se ha sentido escribiendo en castellano?

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R. Me he sentido igual. Lo lamento por los fundamentalistas, pero me he sentido a gusto escribiendo en castellano. Leo mucho en castellano y en catalán, claro. Estoy muy en contacto con ese idioma, comenzando por la lectura de los periódicos todos los días. Es verdad que tengo más práctica en catalán y tenía dudas, pero he consultado con gente que controla el castellano. La primera semana tenía inseguridad, pero una vez entré, ya no. La literatura es como el fútbol, como las pretemporadas. Cuando empiezo una novela en catalán, el primer mes estoy muy inseguro.

P. ¿Es su novela más personal?

R. Por eso el coprotagonista, el escriba de la novela es Ferran Torrent, que toma nota de todo lo que pasa. Pero hay mucha ficción también, sobre todo al final: es un final épico. No estaba programada que se escribiera en castellano. Tampoco es una novela para Planeta. Yo tengo programada mi trayectoria a dos novelas vista, siempre y cuando no surja una idea que me entusiasme. Esta novela hace tres o cuatro años que quiero hacerla. Otra novela que quiero hacer, después de cerrar la trilogía de Valencia, es una que se titula Boulevard dels francesos, una novela sobre el partido comunista valenciano, en los años sesenta, que lleva esperando seis años pero no veo el momento de hacerla. La vida en el abismo era un relato de 42 folios y pensaba que no daba para más. Ha quedado una novela comprimida y francamente ha sido un milagro sacar los folios que he sacado.

P. El narrador parece que adopte el papel protagonista de la cámara de La dama del lago que siempre da su punto de vista.

R. Me dijeron que da la sensación de ser un vouyeur, que mira todo. No pensé en esa película. Sí en Casa de juegos, de David Mamet, pero la novela es muy diferente. He leído algunas novelas sobre el juego, pero.... Yo conozco muy bien el juego, sobre todo a los jugadores. Sé las reacciones que tienen. En este pueblo de la comarca se juega mucho. En tres niveles: alto, medio y mínimo. El nivel alto se juega sólo en las casas privadas. Sólo he jugado una vez a nivel alto y está relatado en la novela.

P. ¿Es la timba de las 9.000 pesetas?

R. Sí. En el calle paralela a ésta se hacían partidas casi todos los días, en casa del Java. No está explicado en la novela, pero había un momento en que si se hacía tarde y ninguno copaba se guardaba el dinero y se continuaba al día siguiente. Y así se acumuló dinero tres o cuatro días. Yo tenía muy buenas cartas y me dije: 'ahora o nunca'. Dije: 'cope', pero perdí, y no tenía para pagar. Intenté poner en un papelito 'debo 9.000', cuando uno que estaba fuera de la partida le dijo a Juanito el Moro: 'yo copo con las tuyas sin verlas....' y ganó. Entonces yo pasé a deberle a éste, a El Rubio. Era un tío que vivía al límite...

P. Que es el protagonista de la novela...

R. Pero hay otra historia soterrada: mi trayecto circular. Salgo del mundo de las cartas, del golferío, de ir por ahí... y luego me meto en el mundo de la cultura. No es que abandone, sino que me distancio de ese mundo. Pero desde hace unos cuatro o cinco años vuelvo. ¿Por qué? Porque creo que todos acabamos haciendo un trayecto circular.

P. Refleja un lenguaje de las cartas muy curioso, incluso mantiene algún término en valenciano.

R. Es un argot muy rico que no lo había recogido nadie. Hay cosas estupendas. Incluso gente castellana cuando viene a jugar aquí utiliza el valenciano: 'eres un joquero', el que está a la joca, el que espera el momento oportuno para matarte. También se dice cremaor, que es el gafe; jornaler o atracador, que es el que va sólo a sacarse el jornal... Si ganas muchos dinero has de entrar un poco, no sólo ganar, pero el jornaler no. He conservado en castellano algunas palabras en valenciano porque sentía que no se podían traducir.

P. Su vida, sus padres, sus amigos, los garitos que frecuentaba, son material literario...

R. Cuando tienes una cosa tan tuya, cuando eres un narrador hiperrealista como es mi caso, es normal que acabes contando parte de tu vida o la vida de los demás. Ésta es una novela de personajes, de aprendizaje de la vida.

P. ¿La experiencia vital es fundamental para dedicarse a la literatura?

R. Hay escritores que no tienen tanta experiencia detrás y me interesan, pero creo que un novelista actual que entre en un territorio estético y literario como el de los años sesenta o setenta, por ejemplo, si no tiene vida, le falta algo para ser novelista. En los talleres de escritura siempre digo lo mismo: tú cómo puedes escribir sobre un alcohólico si no has conocido a un alcohólico; lo conocerás, a través del cine de la literatura, pero no será tu mirada personal, será la de otros. Leo novelas de autores que dicen que van de putas y me digo: 'éste no va de putas'. Sé lo que es entrar en un bar de putas y charlar y qué es lo que hacen allí. Sexualmente, la puta como mujer no me interesa, pero es muy respetable, claro, pero siempre digo (y también John Updike, por eso lo puse en la novela) que un bar así es muy interesante desde un punto de vista sociológico. Antes las putas tenían su barriguita; hoy, hay prostitutas de 20 años, rusas, economistas, con las que puedes conversar de muchas cosas. Hoy un señor de 60 años, que no es muy agraciado, tiene opción a estar con una señorita que es una modelo. Mucha gente, viudos, que no tienen relaciones tienen verdaderas amigas allí... Se producen muchas parejas. Es todo un mundo.

P. ¿Se ha salvado ese obstáculo, esa desconfianza, que según usted ha comentado en alguna ocasión, que tiene la literatura castellana y los lectores en castellano hacia los autores de las letras catalanas?

R. La respuesta es un poco trampa porque no es lo mismo las ventajas que da ser finalista del Planeta que escribir directamente en castellano, sin ser finalista. Porque, por ejemplo, ahora ya estoy entre los más vendidos en castellano en el número nueve. Es una buena señal. Lo que dará es nombre. El Planeta. es un trampolín Ya veremos qué pasa con la última novela de la trilogía que se traducirá al castellano, aunque aquí está el problema añadido de que, aunque son independientes, el público en catalán sí que está familiarizado con los personajes y la trama de las dos anteriores. A mí me han traducido casi todas las novelas anteriores y he vendido más en Alemania que en castellano.

P. ¿Puede anticipar algo de esta tercera novela sobre Valencia?

R. Tengo la idea. Hacer una sátira. Lo que es más serio y sociológico creo que está ya en Societat limitada. La idea es hacer una sátira, poner más humor. Lloris llega a alcalde de Valencia con la ayuda de una escisión de los nacionalistas, de Francesc Petit. Y a partir de aquí tocar temas que no puedes rehuir, como es el de la construcción... Además, ahora están ayudando, porque todo esto del valenciano y catalán, la Copa del América...

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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