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Apuntes

La oferta genera demanda

La petición de clases universitarias en valenciano despega en Castellón, sube en Valencia y Alicante, y cae en Elche, que no imparte ni un crédito en la lengua

Ignacio Zafra

A ritmo moderado, pero la demanda de docencia en valenciano avanza en las universidades. El caso más llamativo es el de la Jaume I de Castellón, donde en cuatro cursos las peticiones de los estudiantes para recibir las clases en la lengua propia han crecido 6,2 puntos, hasta alcanzar al 35,89% de la matrícula. Si a ello se suma el porcentaje de quienes se muestran indiferentes (es decir, están igualmente dispuestos a que las clases sean en castellano o valenciano), se alcanza el 50% de los alumnos.

La Jaume I presenta la mayor demanda entre las cinco universidades públicas, reflejo de la realidad sociolingüística del territorio. Pero es también la que más ha aumentado el porcentaje de créditos que ofrece en valenciano, pasando del 18,14% del curso 2004-2005 al 21,26% del curso pasado. Una prueba, afirma Maties Segura, responsable de promoción lingüística de la universidad de Castellón, de que la oferta estimula la demanda. "Allí donde no se ofrece", afirma, "cada vez se pide menos".

En Castellón, el 50% de alumnos está dispuesto a aprender en la lengua propia
Las universidades no han definido cuánta docencia quieren dar en valenciano

La prueba (en negativo) de la regla la representaría la Miguel Hernández de Elche, fundada en 1997, donde ni entonces ni ahora se ofrece un solo crédito en la lengua propia. La demanda ha ido decayendo: fue del 6,6% en 2001, del 5,1% en 2004 y del 4,5% el curso pasado.

La Miguel Hernández es la única que pierde demanda. Los aumentos son muy moderados en la Universitat de València (cuatro décimas, hasta el 24,9%) y en la de Alicante (tres décimas, hasta el 7,8%). Y resulta en cambio importante en la Politécnica de Valencia, donde se incrementó 5 puntos entre el curso 2004-2005 (12,5%) y el 2008-2009 (17,5%).

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La oferta registró un ligero aumento en ese mismo periodo en la Universidad de Alicante (un 0,4% más) y en la Politécnica (un 0,6%). En la Universitat de València cayó (2,1 puntos) y a pesar de ello se trata del centro más cercano al equilibrio: la demanda no atendida roza el punto porcentual, frente a los 14,3 de la Jaume I de Castellón, los 9,7 de la Politécnica, los 4,5 de la Miguel Hernández, y los 2,7 de Alicante.

En total, las universidades públicas han aumentado un 0,4% su oferta en valenciano y han visto cómo la demanda lo hacía un 2,37%. Y por eso la demanda no atendida ha pasado de 4,42 puntos a 6,45%.

Los cálculos son, sin embargo, globales: es posible que un alumno que haya pedido toda la docencia en valenciano reciba un porcentaje muy pequeño en esa lengua y, al mismo tiempo, un alumno que quería todas las clases en castellano tenga algunas en valenciano. Y en la misma universidad conviven facultades con una oferta muy alta (en Castellón varias alcanzan el 50%) con otras donde es difícil de encontrar. Segura opina que falla, sobre todo, la planificación: todas las universidades realizan campañas para aumentar la demanda en valenciano, pero ninguna se ha marcado un objetivo, un número, un porcentaje hacia el que caminar.

Lejos de la vía catalana

A principios de semana se supo que la Generalitat catalana ha elaborado un proyecto de decreto para establecer el requisito lingüístico para los profesores de Universidad. Según el texto, será necesario acreditar un nivel medio alto para acceder a puestos de trabajo estables. La Generalitat valenciana no se plantea, sobra decirlo, nada parecido. Pero Maties Segura, encargado de promoción lingüística en la Jaume I de Castellón, asegura que hay varias medidas de menor intensidad que las universidades valencianas podrían introducir por sí mismas para atender, al menos, a ese 6,4% de peticiones de enseñanza en valenciano que se queda sin cubrir.

Se trata de apoyos, bien a través de la formación del profesorado (que ya existe) bien a través de incentivos que podrían ser económicos o de otro tipo: por ejemplo, reduciendo inicialmente la carga docente de los profesores que se animen a dar asignaturas en valenciano; o facilitando la preparación de materiales en la lengua propia.

Los estudios elaborados por la Jaume I indican que un porcentaje destacado de profesores no da el paso por falta de seguridad en el uso del valenciano (sobre todo escrito) o porque consideran que el esfuerzo no está adecuadamente compensado.

El porcentaje de docencia en catalán varía notablemente dentro del ámbito lingüístico. En Cataluña ronda el 65%, indica Segura. En Baleares rozaba el 50% en el curso 2001-2002. En las facultades valencianas representa tan solo el 11,6% (la demanda es del 18,2%).

La posibilidad de que se introduzca el requisito lingüístico para los profesores funcionarios en el territorio se antoja remota. Pero nada impide (y de hecho ocurre) que a los profesores contrados por las universidades (caso de los asociados) se les pida acreditar el conocimiento de valenciano. Desde 2002, en la Jaume I es además obligatorio para todo el Personal de Administración y Servicios (PAS) tras una negociación entre los sindicatos y la universidad. Una empleada (que consideró que el requisito complicaba sus posibilidades de promoción) presentó un recurso que la juez rechazó.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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