La paradoja del rector Tomás
El estilo moderado del jefe de la Universitat de València genera incógnitas sobre su sucesión al frente de una institución de tradición progresista

Un catedrático con una importante trayectoria de gestión en la Universitat de València cita un capítulo del clásico (De la libertad que dio don Quijote a muchos desdichados que, mal de su grado, los llevaban donde no quisieran ir) antes de señalar la que considera la gran paradoja del rectorado de Francisco Tomás, que acaba de llegar al ecuador de su segundo mandato. "Yo no sé exactamente hacia dónde quería ir. Pero su talante más moderado no le ha servido para que la Generalitat le trate mejor que a sus antecesores".
Tomás no ha renunciado, opina el profesor, a las líneas maestras que han caracterizado a los rectores de la universidad desde la transición: asumir que además de sus funciones formativa e investigadora, la institución es un referente cívico, incluso progresista, para la sociedad. "Se ha portado dignamente", afirma.
Pero, en cambio, prosigue, se ha rodeado de un equipo que ha mantenido, salvo excepciones, un perfil bajo fuera de su estricto, e interno, campo de acción. Lo que otro catedrático explica así: "Ha formado unos equipos muy carentes de ideología, por decirlo de una forma suave".
La combinación del talante comedido del rector y de la composición de su consejo de gobierno ha rebajado el tono reivindicativo de la universidad. Y suscita interrogantes sobre la dirección que pueda tomar la institución. "Si la universidad era prácticamente el único espacio con una cierta cultura democrática participativa, de no sumisión al poder, y eso se va perdiendo, está claro que resulta preocupante. Y lo es, sobre todo, si como parece está relacionado con un cambio generacional dentro de la universidad. Una cuestión que en realidad es más profunda y puede extenderse a toda la sociedad", considera un tercer universitario.
La Universitat de València ha cambiado mucho desde los años ochenta, sus primeras elecciones, y la gran corriente académico-política que se organizó en torno a lo que se llamó El Bloc (no confundir con el partido Bloc Nacionalista Valencià). Ha cambiado la institución, han cambiado las leyes que la rigen (que han disminuido su carácter asambleario al quitarle poder al claustro y otorgárselo al rector), y ha evolucionado el perfil ideológico de muchos de los nuevos profesores y, lo que es más importante, de muchos PDI (personal docente e investigador) funcionario doctor, cuyo voto es la llave de las elecciones.
Así las cosas, la incógnita es qué ocurrirá dentro de dos años. ¿Es posible que la última Administración progresista de la ciudad elija a un rector de derechas? "Eso tendría cierta lógica", afirma un catedrático. Otro, consciente de que muchos candidatos salen de los propios equipos en el poder, añade: "El actual equipo tiene unos cuantos miembros de derechas. Una derecha civilizada, es verdad, pero derecha. Y es un rasgo que se ha ido exagerando en las últimas incorporaciones".
Y un cuarto, afirma: "Es cierto que Tomás ha tenido un papel más discreto. En parte porque ha querido acabar con una tradición según la cual la universidad aspiraba a sustituir las funciones que correspondían a otros. Y yo creo que en eso el rector ha acertado. ¿Que dentro de dos años pueda haber una dirección más centrada o conservadora? La universidad tendrá la dirección que quieran sus miembros, y no me parece grave que la ocupe alguien no estrictamente progresista. Lo importante es que se eviten las interferencias políticas desde fuera, de un lado y del otro, y me consta que desde presidencia de la Generalitat las va a haber".
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