"Mis películas son grandes éxitos artísticos y fracasos comerciales"

"Llevo 13 años en esto, en los que he producido 17 películas que he conseguido financiar al cabo de tres años sin ganar dinero". Así funciona el negocio de Lluís Miñarro, productor por vocación de cine independiente de autores de culto como Isabel Coixet, Marc Recha, José Luis Guerín, Albert Serra o Manuel de Oliveira, y que cuenta ya con años de experiencia exportando a los mejores festivales del mundo películas que luego apenas ven unos miles de personas en las salas comerciales de España. Ahora, el IVAC-La Filmoteca le dedica un completo ciclo que pone en valor la importancia de películas como Les mans buides (Recha), Liverpool (Lisandro Alonso) o En la ciudad de Sylvia (Guerín). Cine que paga con un trabajo más crematístico. "La primera película que produje fue Cosas que nunca te dije, de Isabel Coixet, que la financié con el dinero que ganó la empresa después de siete años de hacer publicidad".

"Las pantallas están secuestradas por el cine norteamericano"

"Para que salga un nuevo realizador hay que perder y tirar dinero"

Tiene claro que no juega en la misma liga que Avatar. Pero tiene una motivación extra: "El amor al cine. Hay una ética de la imagen. A mí no me interesa generar porquería". Solo se queja del lastre de ciertas inercias: "Cada vez es más difícil hacer este tipo de cine porque no tiene los canales tradicionales a favor, más bien en contra". Se refiere a los de distribución y exhibición.

"Las pantallas están secuestradas por el cine norteamericano. Estamos absolutamente colonizados por ese cine que además juega con más ventajas". Así, recuerda que en Estados Unidos no se doblan las películas españolas al inglés, se ven subtituladas en apenas tres ciudades del país. Por eso aboga por ver el cine americano sin doblar, como en Portugal o en Holanda.

Y también se muestra combativo con las políticas culturales. "El toro no se coge por los cuernos. Nadie se mete con las majors. El único modelo a imitar es el de Francia. Allí ha facilitado que haya una industria que produce más de 200 películas al año, aunque el 30% no sirvan para nada. Pero en el fondo es I+D. Para que salga un nuevo realizador, hay que hacer esto, perder y tirar dinero. Esa es la política de un Ministerio de Cultura". Culpa que también reparte con los responsables de Educación por no enseñar los lenguajes del cine en las escuelas, junto a la literatura o la pintura.

"De todas formas, si yo tuviera que haberme guiado por los resultados comerciales de mis películas no habría hecho ninguna", argumenta, "lo que sí me ha producido han sido beneficios artísticos; siempre comento que mis películas son grandes éxitos artísticos y grandes fracasos comerciales".

Al profano le llama la atención que haga cine con autores que no repiten luego. "Eso responde a una dinámica de ambición personal". Aún así, cree que, por ejemplo, la mejor película de Coixet es la suya.

Pero siempre encuentra nuevos retos. "Hay jóvenes con mucho talento", asegura. Y no tan jóvenes. Así, acaba de estrenar Singularidades de una chica rubia (2009), de Manoel de Oliveira, y repetirá con el director portugués de 101 años en marzo con su próxima película, El extraño caso de Angelica, que contará con Pilar López de Ayala en el cartel. ¿Por qué se embarca con De Oliveira? "Es un maestro y para mí es un sueño dorado. Si Buñuel estuviera vivo y tuviera la oportunidad de colaborar con él o con Rossellini lo hubiera intentado".

Además de la siguiente de De Oliveira también producirá la próxima del director tailandés Apichatpong Weerasethakul, cuya película más famosa hasta la fecha es la grandiosa Tropical malady. Entretanto, tras dos pequeñas películas propias muy personales de las que siente especialmente orgulloso, Blow Horn y Familystrip, trabaja en el proyecto de un próximo trabajo ya más elaborado, una película de ficción. "Las dos películas que he hecho son muy personales. No se las podía encargar a nadie".