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Reportaje:

Cómo pensar un modelo territorial

Camps abre el debate sobre los ejes de desarrollo futuro tras fracasos anteriores

El Consell, que preside Francisco Camps, ha decidido abrir públicamente el debate sobre los "objetivos y criterios de la estrategia territorial". O dicho de otro modo, el debate sobre la confección de un plan maestro que inspire las acciones de las distintas administraciones para lograr un modelo de crecimiento sostenible, que sepa descubrir las potencialidades del territorio para crear riqueza y bienestar. Un documento que sirva para armonizar los distintos planes de actuación elaborados a escala comarcal o local.

La iniciativa lanzada públicamente por Camps el pasado 6 de junio no es nueva. Desde la segunda mitad de los ochenta todos los gobiernos de la Generalitat han abordado la necesidad de contar con un masterplan. Y todos ellos han terminado llenos de polvo.

Ello no impidió a finales de los ochenta que los valencianos se comparasen en su imaginario con California, un Estado envidiado por su agricultura de alto valor añadido y una industria tecnológicamente avanzadas. El icono californiano fue cediendo el sitio en los noventa a Florida. Otro Estado americano -que Camps no se resistió a visitar un par de veces en la pasada legislatura- que ha despuntado gracias al turismo residencial, los eventos deportivos y su privilegiada posición como plataforma logística hacia el Caribe y Sudamérica.

Ahora Camps vuelve a la carga con su pretensión de establecer un modelo de territorio. La diferencia estriba fundamentalmente en el proceso de participación, que incluye encuestas ciudadanas, foros en Internet, la consulta a grupos de expertos, mesas sectoriales, consultas públicas e informes municipales.

El jefe del Consell no oculta que una de sus ambiciones es lograr que los ciudadanos se sientan involucrados en la estrategia territorial. De modo que la ciudadanía tome conciencia de que la Generalitat, más que una entidad administrativa, representa un territorio y una conciencia común.

Otras regiones como Navarra tienen ya una estrategia territorial definida y consensuada, con ayuda de expertos, por su Parlamento; Andalucía cuenta con una estrategia de desarrollo sostenible y otros gobiernos como el catalán han adoptado decisiones sin esperar a análisis exactos.

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La Generalitat dispone de un buen número de análisis del territorio, incluida una estrategia de desarrollo sostenible aprobada en 2005, que han tenido un resultado desigual. Entonces, ¿qué garantías tiene este intento que ahora propone Camps de llegar a buen puerto? ¿Por qué fallaron los intentos anteriores?

Los socialistas fueron los primeros en intentar cuajar un masterplan para la Comunidad Valenciana. De hecho, la primera Ley de Ordenación del Territorio data de 1989, con Rafael Blasco de consejero socialista de Obras Públicas. Sin embargo, los primeros escándalos relacionados con el urbanismo dieron al traste con un plan bienintencionado, aunque excesivamente reglamentista y pensado para cumplir en un plazo imposible.

El catedrático Eugenio Burriel, que sucedió a Blasco en la Consejería de Obras Públicas, recuerda que en la etapa socialista se editaron un buen número de análisis sobre el territorio y se elaboró un plan de desarrollo urbano de la Comunidad Valenciana, que señalaba dónde se debían ubicar todos los equipamientos públicos. La derrota del PSPV frente al PP llevó el citado plan de la exposición pública al cajón de los olvidos. "Dedicamos nuestra energía a que los ayuntamientos hiciesen planes de ordenación urbana, a establecer una disciplina", explica Burriel, que cree que "la última iniciativa del Consell sólo consiste en poner al día lo que ya está hecho". "Si se quiere polarizar el crecimiento, hay que tomar decisiones", dice.

Con la llegada del PP, en 1995, a la Generalitat la idea de confeccionar un masterplan para el territorio no se abandonó. Al contrario.

El primer consejero popular del ramo, Luis Fernando Cartagena, tan sólo tardó unos meses en plantear la necesidad de establecer "una nueva cultura del territorio" y marcar los ejes de crecimiento. Fernando Modrego, entonces director general y más tarde consejero de Medio Ambiente, indicaba: "La tentación de reducir la política territorial al desarrollo de proyectos que se aprueban puntualmente y de forma discrecional, es una actitud que sustrae al control político y ciudadano la definición de modelo regional". Las palabras fueron proféticas.

El sociólogo y experto en análisis del territorio José Miguel Iribas resta dramatismo a la cuestión. "Hay una inclinación a pensar que los planes deben tener cumplimientos taxativos", prosigue Iribas, "cuando lo adecuado es moverse en el terreno de las recomendaciones".

Para Iribas, los planes territoriales tienen capacidad de influencia y, a veces, descubren cosas que luego se asumen socialmente. El experto menciona dos ejemplos. Por un lado, la protección de la Serra d'Irta gracias a un planeamiento territorial previo y, por otro, el plan del litoral de Valencia, que ha hecho que hoy se asuma que el final del nuevo cauce del Turia debe ser una zona recreativa y deportiva, dotada de mayor valor para la ciudad. "Un plan territorial ha de identificar las ventajas y fijar qué se puede desarrollar", sentencia.

Rafael Blasco, ahora consejero del PP, fue el encargado de sustituir la vieja Ley de Ordenación del Territorio de 1989 por otra más moderna de Ordenación del Territorio y Protección del Paisaje en 2004. Legislación que ha permitido al Consell poner en marcha planes de acción territorial para el litoral, la huerta, Castellón, Alicante-Elche, La Vega Baja y el corredor reservado para la tubería del trasvase del Ebro. Pero para Blasco, el sistema adolece con demasiada frecuencia de falta de autoridad para coordinar los diferentes planeamientos municipales.

Un problema que se advierte no sólo a escala regional, sino en escalas más pequeñas. La directora general de Paisaje, Arancha Muñoz, que acaba de presentar un plan de protección de la huerta, reconoce que para el éxito de estos proyectos es necesaria la participación pública y una coordinación muy grande entre los actores implicados. Aunque se muestra satisfecha con el camino recorrido en los últimos años. "He visto un cambio enorme en la concienciación por el territorio", sentencia Muñoz.

Sin embargo, la inexistencia de una estrategia territorial no impide el progreso, por lo que el retraso en la planificación se encuentra demasiadas veces con hechos consumados. Y ello, independientemente de las competencias que tiene, por ejemplo, el Estado sobre grandes infraestructuras como el AVE, la red general de carreteras o la costa. Competencias que no están sometidas a plan territorial alguno.

En cualquier caso, el Consell ha abierto el debate y el encargado de impulsarlo es el consejero José Ramón García Antón. Una tarea que no es nueva para él. De hecho, hace cinco años, García Antón en un documento titulado Bases para el consenso. Un diagnóstico percibido sobre el territorio valenciano afirmaba: "La definición de un modelo territorial de futuro es uno de los objetivos más importantes que persigue la Generalitat". Y añadía: "Hemos apostado decididamente por facilitar al máximo la participación ciudadana e institucional". Ahora ha abierto la puerta a una nueva oportunidad.

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