_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los populares cantan

El Partido Popular es una organización muy entonada. Es como un inmenso coro. Si son ciertos los datos que proporciona, supera ampliamente los setecientos mil afiliados. Eso significa un gran número de voces, muchos seguidores cantando la misma tonadilla. ¿Habrá alguien que desafine, alguien que discrepe? Vayamos a Italia, país canoro por excelencia y país con el que frecuentemente se nos compara. Observemos el caso de Silvio Berlusconi, no sea que compartamos partitura.

A pesar de su edad, el italiano no para, da muestras de una energía sorprendente: ríe, jalea, zumba y reta. Un día sí y otro también nos enteramos de su vida licenciosa, de sus enriquecimientos y de su desenfreno, de las fiestas con velas y velinas. ¿Habrá militantes del Partido Popular español que se abochornen de esas serenatas?

Berlusconi se defiende siempre con la misma cantilena, atacando a todos aquellos que censuran sus portentos. Hace declaraciones tonantes, vuelve a cantar, gesticula: son bravatas de machote, de tenor otoñal. ¿Habrá afiliados del Partido Popular que se avergüencen de ese teatro?

Para salvarse, Berlusconi usa la munición verbal de que dispone sin importarle el daño que pueda hacer al sistema democrático. Por ejemplo, utiliza contra los magistrados todo tipo de sarcasmos e insinuaciones maliciosas: les acusa de politización y de saña. Estoy seguro de que habrá seguidores del Partido Popular que se sofoquen ante chirigotas tan obscenas.

¿Estoy seguro? En la organización española hay dirigentes que largan tan insensatamente como Berlusconi y no oímos a nadie que se oponga, a nadie con bemoles. Aquí también acusan a jueces y fiscales de tener un único propósito: el de hundir a Francisco Camps. La alcaldesa de Valencia, por ejemplo: ante la situación procesal del presidente de la Generalitat, Rita Barberá declara que hay que abrir un debate sobre la independencia de la Justicia. O el presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, que le dice a su superior que estar imputado no es grave: "Vas al juzgado, te hacen la foto, tocas la guitarra y te vas". Vaya, aquí también es cuestión de entonar coplas.

O de hacer poesía vulgarísima. El portavoz Esteban González Pons -la banda sonora del Partido Popular- alienta a la rebelión. Nos compara con los egipcios: si los cairotas han podido derribar a su tirano, ¿por qué no van a poder hacerlo los españoles? Solo nos falta encontrar el himno, la letra ya la pone González Pons. Y yo me pregunto: ¿por qué los militantes del Partido Popular no apean a estos dirigentes, empezando por el portavoz?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Camps no es Mubarak, pero lo que tararean sus cofrades son romances: como las romanzas de Berlusconi. Se acerca la resolución del proceso judicial: solo falta que Camps se ponga a cantar.

http://justoserna.wordpress.com

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_