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La otra cara de la fiesta

Un reactor sobrevolando el salón

Hay vecinos de Valencia que la semana de Fallas duermen en el aeropuerto de Manises. No es que literalmente pasen la noche acostados junto a los reactores, pero casi. Sufren en su dormitorio el ruido equivalente al que hace un reactor despegando o aterrizando sobre sus cabezas. Los afectados son todos aquellos que ven cómo en los alrededores de su domicilio, a veces a escasos metros de su balcón, la agrupación fallera de turno le monta una verbena sin que pueda hacer nada para remediarlo. Ni siquiera denunciar las molestias que les ocasiona en su domicilio, esta vez sí literalmente, hasta el punto de ver cómo vibran los cristales y los aparadores de tu casa, como denunció una vecina de la calle Museo, al lado de la plaza del Carme.

Y es que hasta los 130 decibelios, el ruido del motor de un avión al despegar, el Ayuntamiento ampara la movida nocturna. De hecho, en las próximas semanas, las agrupaciones falleras podrán empezar a recoger las autorizaciones que conceden los responsables municipales para montar las decenas de verbenas callejeras que cada año colapsan parte de la ciudad durante buena parte del mes de marzo. Las resoluciones permiten a las fallas montar escenarios con equipos de luz y sonido 4.00 horas y emitir un "nivel sonoro máximo inferior a 130 decibelios", como indicaron ayer a este diario desde la Concejalía de Fiestas. Este mismo nivel sonoro es el que acordó el concejal de este departamento municipal, Félix Crespo, en la asamblea de presidentes de falla celebrada el año pasado en la que se regularon las verbenas de San Juan para este año. Los picos en una mascletà rebasan ligeramente los 120 decibelios y la media de ruido está entre los 105 y 110.

Los 130 decibelios autorizados por el Consistorio duplican los 65 que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha fijado como límite de tolerancia para el oído. La ley impide rebasar esta cifra durante el día y los 45 por la noche. Una zona de marcha nocturna intensa puede registrar entre 90 y 100 decibelios entre el tráfico, la música que sale de los locales y el jolgorio callejero. Todos estos registros están muy por encima de los 55 decibelios que ha establecido un juez en Tenerife como el listón que no se puede sobrepasar a partir de las diez de la noche y que le ha llevado a suspender cautelarmente el Carnaval de Tenerife. Esta decisión responde a una denuncia presentada por siete comunidades de vecinos y nueve particulares. "Este tipo de conflictos entre vecinos y la fiesta no es infrecuente", relata Toni Cassola, de la Associació de Veïns Amics del Carme. "Aquí hemos denunciado a verbenas que no paran de sonar entradas las cinco de la madrugada ante la indiferencia del Ayuntamiento", relata, "estamos indefensos no ante la fiesta, sino ante los excesos de la fiesta".

La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, no teme que las Fallas puedan sufrir algo similar a lo ocurrido en Tenerife. Destacó el viernes que la ordenanza del ruido que está elaborando el Ayuntamiento hará una excepción durante las Fallas y algunos otros actos. Además, indicó que el Consistorio estará preparado "en el caso de que nos pudiera ocurrir" algo similar.

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