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El riego sin control deja seco al Júcar a su paso por Albacete

Xúquer Viu y Ecologistas en Acción llevan el caso a la fiscalía

Ignacio Zafra

El Júcar, el devastador, el mayor río valenciano, se quedó sin una gota de agua el 6 de abril. El riego sin control dejó seco como un pedregal el cauce en un tramo de seis a ocho kilómetros entre Albacete y la población manchega de Motilleja. Una situación extrema que no se registraba desde 1995. Con dos diferencias: en aquella ocasión el Júcar se secó a lo largo de 40 kilómetros, pero ocurrió durante un muy tórrido mes de agosto.

Las asociaciones Xúquer Viu y Ecologistas en Acción anunciaron ayer que han presentado una denuncia ante la fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha al considerar que se ha cometido un delito ambiental recogido en el artículo 325 del Código Penal: "Se condenará hasta con cuatro años de prisión las captaciones de aguas que puedan perjudicar gravemente el equilibrio de los sistemas naturales".

La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) atribuyó el secamiento (que duró varios días y se produjo a unos 50 kilómetros de la frontera valenciana) al riego coincidente y desordenado realizado por agricultores manchegos durante el primer fin de semana del mes. Para devolver un caudal mínimo al río, el organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente aumentó hasta casi el doble el agua liberada por el embalse de Alarcón.

Más tarde, la Comisión de la Sequía de la CHJ anunció que quedará prohibido tomar agua superficial en Albacete entre el 30 de junio y el 30 de septiembre, así como extraerla de pozos. Esas restricciones, sumadas a la compra de derechos de agua a los agricultores de la zona, supondrán que cerca de 29.000 hectáreas dejarán de regarse o dispondrán del mínimo necesario para que no desaparezcan los cultivos.

Xúquer Viu celebró la "severidad" de las medidas, pero advirtió de que las limitaciones puntuales no solucionarán el problema de fondo que, en su opinión, amenaza la viabilidad del Júcar no sólo en su curso medio, sino también en el bajo, el que cruza el territorio valenciano.

Según Francisco Sanz, portavoz de la asociación, el agujero negro del río se halla en el llamado acuífero 18 o de La Mancha oriental. La enorme capa subterránea de agua que hasta la década de los ochenta aportaba un promedio anual de 300 a 400 hectómetros cúbicos al río. A partir de entonces, debido a la transformación de grandes extensiones de cultivos de secano en campos de cereales, comenzó una extracción masiva que ha llevado a que hoy el acuífero no añada sino que reste volumen al caudal. "La única solución es que se declare el acuífero sobreexplotado", afirma Sanz. Una figura prevista en la Ley de Aguas que obligaría a elaborar un plan de recuperación.

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Pedro Arrojo, presidente de la plataforma Nueva Cultura del Agua, aseguró ayer, por otra parte, que la construcción de desalinizadoras impidió que la Comunidad Valenciana sufriera cortes de abastecimiento durante el año pasado. Algo que el trasvase del Ebro no hubiera podido evitar, dijo, por la escasez de precipitaciones.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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