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Reportaje:

Las siete rosas de mayo

Benissa homenajea a un grupo de jóvenes campesinas que murieron hace 150 años en un accidente laboral que pudo ser evitado

Aquellas siete chicas eran muy pobres: se ganaban la vida contratadas por los terratenientes en los campos de trigo de Benissa, donde arañaban la tierra con sus propias manos para liberarla de rastrojos. Les tocó vivir tiempos muy duros. Y muy breves: alguna de ellas sólo tenía 15 años cuando el 5 de mayo de 1860 el muro de arcilla que cerraba el cobertizo donde comían se vino abajo y las sepultó. Sus muertes fueron en seguida olvidadas, envueltas en silencio.

Durante años, el cronista de Benissa, Joan Josep Cardona, luchó por recuperar el rastro de aquellas mujeres, a las que llamó "las siete rosas de mayo". No tuvo suerte. En los archivos del Ayuntamiento, de las diputaciones de Valencia y de Alicante y de los diarios provinciales de la época no había ninguna referencia a esas muertes, que tampoco recordaban los vecinos más ancianos del municipio.

Murieron al derrumbarse el cobertizo donde comían
Se instalará una lápida con su nombre en el cementerio

Cardona sólo halló una luz en el libro de defunciones de la parroquia, donde el vicario de la época, Serapio Casanova, había achacado la tragedia a una "desgracia inevitable" y lamentaba que al menos una de las trabajadoras hubiera fallecido "sin recepción de sacramentos". También añadía que numerosos vecinos habían prestado testimonio del accidente, entre ellos dos terratenientes, que entregaron el certificado de defunción de una de las mujeres. Algunas de ellas eran tan humildes, que la parroquia tuvo que pagarles el entierro.

Pero a veces la historia arroja hallazgos capaces de apagar en un instante tanto silencio acumulado: hace unas semanas, y justo cuando estaban a punto de cumplirse los 150 años del trágico destino de las siete rosas, un amigo de Cardona, el estudioso José Luis Luri, halló un ejemplar del periódico madrileño La Correspondencia de España que el 12 de mayo de 1860 publicaba el relato del accidente. Así, muchas preguntas hallaron respuesta de golpe.

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El corresponsal valenciano escribió que "el margen, formado de tierra arcillosa, y socavado en su base por el transcurso de los años, hacía una concavidad humedecida por las lluvias, y ya por esta causa, como por la del aumento de peso debido al agua infiltrada, ha venido a hundirse sepultando a siete mujeres y parcialmente a otras".

La crónica ilustra así que el accidente no se debió a una "desgracia inevitable" sino al estado precario de aquel refugio. Benissa ha programado una serie de homenajes para recuperar la memoria. Ya se ha celebrado un funeral por las mujeres y en breve se instalará una lápida en el cementerio con sus nombres: Josefa Femenía Oliver, Catalina Ribes Espasa, María Font Crespo, y las hermanas María y Magdalena Font Fuertes y Josefa y Vicenta Ivars Bertomeu.

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