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El vandalismo destroza en Fallas 1.093 papeleras, 104 contenedores y 20 coches

Los 55.000 actos vandálicos registrados cuestan 154.000 euros en reposición y limpieza

Con absoluta tranquilidad, la concejal de medio ambiente, María Jesús Puchalt, enumeró ayer los daños causados en Valencia por 55.000 actos vandálicos durante las Fallas. Más de 1.000 papeleras y 104 contenedores quemados, además de decenas de árboles, bancos o riegos destrozados. Solucionar este desastre más la limpieza costará 154.000 euros. La última semana han ardido también 20 coches. Seis en la noche de la cremà. A pesar de que los actos vandálicos, teniendo en cuenta el balance de 2006, eran previsibles, la edil calificó de perfecto su dispositivo.

"El plan ha funcionado perfectamente bien", se congratula Puchalt
Respecto a 2006, el gasto del mobiliario urbano aumentó en 60.000 euros

Una decena de adolescentes arremolinados alrededor de un banco en la calle de Xàbia. El encendido de la mecha provoca la estampida. ¡Pum! Los jóvenes vuelven para comprobar si la misión ha sido cumplida. Nada; el mueble urbano sigue intacto. Vuelta a la acción. Así hasta marcar otro objetivo más inflamable. Durante los últimos días de Fallas nadie, ni un solo agente de la policía local, perturbó la diversión de los vándalos. El resultado deja un aspecto desolador de esta calle peatonal. Una papelera abandonada sobre los restos de los setos que todavía guardan algo de verde y casi tantas partes de palmeras como carcasas de petardos sobre la calle. En la tarde de ayer, todavía no habían sido recogidos ni repuestos los daños.

"El plan ha funcionado perfectamente bien", se congratulaba Puchalt. El recuento de daños deja 53 papeleras destruidas menos que el año pasado. Suficiente para que la concejal considere como exitoso el cuidado del mobiliario urbano durante las Fallas. El dispositivo para la protección medioambiental ha costado 210.000 euros. Casi el doble que en 2006.

Para excusar una supuesta falta de previsión -teniendo en cuenta que en 2006 y 2005 el descontrol pirómano causó también alrededor del millar de papeleras incendiadas- la edil atribuyó los desperfectos a la afluencia masiva de visitantes. "Cualquier ciudad que reciba dos millones de viajeros en un fin de semana sufriría los mismos daños", exageró la concejal que citó como fuente de su información a "la prensa". En todo el año pasado llegaron a Valencia 1.600.000 turistas, según datos de la propia fundación municipal Turismo Valencia Convention Bureau.

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Aunque las cifras globales no sean ni de lejos las que ayer comentó la concejal, lo que sí se notó durante las Fallas fue una mayor presencia de visitantes extranjeros. El imparable crecimiento de las compañías de bajo coste que operan en el aeropuerto de Manises es indudable: en 2003, el tráfico de pasajeros de estas empresas alcanzó los 137.996, según los datos de AENA. El año pasado, la cifra aumentó hasta 1.832.552.

Ese dato cuenta también con los valencianos que van -un 15% de la población de Valencia abandona la ciudad durante los días de Fallas- y los que vuelven al extranjero. Pero también paseantes como Andrea Serafini, que el viernes recorría las fallas del centro de Valencia. Serafini había pagado 80 euros por un billete de ida y vuelta Pisa-Valencia. Por comparar un billete de ida, en tren, clase turista, de Valencia a Madrid, cuesta 42,10 euros.

Además de a la estratosférica afluencia de visitantes, Puchalt atribuyó al encarecimiento del mobiliario urbano el aumento del coste de los desperfectos. Respecto al año pasado, el gasto de la reposición de contenedores y papeleras aumentó en 60.000 euros.

Como si se tratara de un elemento más de la fiesta, el área municipal de medio ambiente publicó una comparativa de los actos vandálicos en los parques y jardines de la zona sur de la ciudad en los últimos siete años. De los 24.000 registrados en 2001 hemos pasado a los 23.000 de la última edición. Especialmente graves son los daños causados a más de 60 árboles en diferentes puntos de la ciudad. La constante tendencia de destrozos en riego, vegetación, mobiliario urbano y obra civil discute el optimista balance de la concejal. Puchalt valoró también "positivamente" la eficacia de los servicios municipales de limpieza. Destacó la rapidez con la que fueron retiradas las toneladas de cenizas restantes de la quema de los monumentos falleros durante la cremà. La tradicional desaparición de la falla de Nou Campanar generó 176 toneladas.

Para recoger todos los desperdicios, el ayuntamiento utilizó 1.000 trabajadores, la mitad de ellos, como refuerzo especial para la última noche de las Fallas. La plantilla encargada de la limpieza aumentó un 30% desde el pasado 10 de marzo.

Los restos ocasionados por el trasiego constante de visitantes permanecían en la tarde de ayer intactos sobre las zonas de descanso de la ciudad. La mediana de la avenida de Blasco Ibáñez, una de las vías más afectadas por los botellones, mantenía sobre su pradera los restos de vasos de plástico, botellas de alcohol y restos de todo tipo generados y acumulados desde hace varios días. Los servicios de limpieza aún no habían despejado los arbustos de desperdicios. No es un ejemplo aislado. El enorme ficus del Parterre, en la plaza de Alfonso El Magnánimo, mantenía ayer un peculiar riego a base de los restos de botellón bajo los setos.

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