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Reportaje:

1.000 kilos de pólvora inofensiva

Un estudio concluye que los fuegos del Apóstol no dañan la catedral

Trescientos años de quemas de fachadas en el Obradoiro no han causado ningún daño a la piedra, según un estudio de la Escuela Superior de Ingenieros de Minas de la Universidad Politécnica de Madrid. La preocupación del Cabildo y de la Dirección Xeral de Patrimonio motivaron este estudio que arroja un "resultado tranquilizador", asegura el director de la Oficina Técnica del Consorcio de Santiago, Ángel Panero, ya que indica que "de ninguna manera hay afección sobre la piedra". Para ser precavidos, este año, como los anteriores, se seguirán tomando medidas cautelares: los cohetes con mayor onda expansiva saldrán desde fuera de la plaza y se amortiguarán los lanzamientos de casi 1.000 kilos de pólvora con sacos de arena. Todo supervisado por técnicos de Patrimonio y del Consorcio y organizado este año por la empresa italiana Parente Fireworks, encargada de la pirotecnia del carnaval veneciano. Un espectáculo que podrá retransmitir, un año más, la cadena japonesa NHK.

La empresa italiana Parente Fireworks se encarga este año de los fuegos
Las corridas de toros eran muy habituales en las celebraciones

Cuando en el siglo XI se adoptó en Compostela el calendario romano, se fijó el 25 de julio como el del martirio del apóstol Santiago y comenzaron a realizarse las celebraciones. El doctor en Historia de Arte de la Universidad de Santiago, Miguel Taín, ha completado un estudio sobre los fuegos del Apóstol y las celebraciones en torno a esta fiesta que se comienzan a documentar en el siglo XVI, cuando el pueblo se reunía en el campo de Cendal -donde se encuentra ahora el edificio de la Xunta en San Caetano- para celebrar carreras de caballos y coronar al campeón con una tela de seda y 500 maravedíes. La nobleza se encontraba en la plaza del Obradoiro para los juegos de cañas y sortijas y celebrar una corrida de toros en la plaza -la primera datada en 1.531 y muy tradicional, según Taín- organizada por el Ayuntamiento. El Obradoiro medía entonces la mitad de la extensión actual, debido a que una hilera de edificios cruzaban desde la puerta del Hostal dos Reis Católicos hasta Fonseca. Uno de ellos, el matadero municipal. Eran precisamente los carniceros quienes apoyaban las corridas de todos y vendían la carne para cubrir gastos.

Unos años después, en 1.545, aparece el primer precedente del uso de fuego en las conmemoraciones. Se iluminaba la plaza con candelas. Sin embargo, no es hasta el siglo XVII cuando aparece la quema de castillos, pagados por el Cabildo. Tras la lidia, los graderíos se aprovechaban para asistir a la quema de una estructura de madera, que cada año se encargaba de construir el maestro de obras de la catedral. El arquitecto Domingo de Andrade realizó a principios del XVIII el castillo de la Batalla del Clavijo, en la que un Santiago Matamoros, con la espada desenvainada, se lanzaba a caballo hacia el castillo por un cable desde la Torre de las Campanas, haciendo arder la estructura y estallar fuegos artificiales. Con tanta pólvora presente, se acabó por preparar un carro con ramas verdes y escobas, por si acaso.

La desamortización de los bienes de la Iglesia que ordenó Madoz en 1.855 supuso también un cambio en las celebraciones: El Ayuntamiento cogió las riendas de las fiestas y sustituyó la quema de castillos por la de fachadas neomedievales, que estaba más de moda en el resto de la Península y que aún continúa.

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En 1.880, el arquitecto municipal Faustino Domínguez diseñó una fachada neomudéjar cuya estructura se usó hasta 1999. "Tratándose de un monumento conmemorativo del Santo Apóstol Patrón de España, que, apareciéndose milagrosamente en los campos de batalla", justificaba la memoria artística del proyecto "guiaba a los cristianos a la victoria en la guerra contra los infieles, nada más natural y lógico que formar el pedestal de su gloria con los brillantes despojos artísticos de aquellos sectarios de la media luna a quienes su sola presencia infundía espanto, sembrando la desolación y ruina entre sus filas". Palabras éstas tan políticamente incorrectas hoy, como lo era la "cruz sobre la media luna dominando el mundo" que coronaba la fachada que se cambió en 2000.

El alcalde de Santiago, Xosé Sánchez Bugallo, explicó que se mudó la fachada por no ser acorde a la convivencia pacífica entre religiones ni estar adaptada al Concilio Vaticano. Desde entonces, se quema cada año una fachada diseñada en 1897, que imita a una catedral gótica, y que no se pudo estrenar en su momento debido al alto coste que suponía. "La guerra de Cuba", justificó el alcalde.

Ahora, por la cabeza de Bugallo ronda el pensamiento de convocar un concurso de ideas para estrenar fachada en el Año Santo y comenzar a cumplir así la intención de cambiarla cada vez que el 25 de julio coincida en domingo. Pero Bugallo, tras repetirlo media docena de veces, aclaró: "Ni me comprometo a hacerlo, ni lo descarto".

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