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Casi 5.000 piezas sobre el periodo más oscuro de la Prehistoria gallega

Los hallazgos en el yacimiento de O Cabrón, en Arbo, ponen en duda la creencia de que el atraso secular de Galicia se remonta ya al Paleolítico inferior

Cuando en el verano de 2010 terminaron los trabajos de la primera campaña en el yacimiento de O Cabrón, en Arbo, los arqueólogos que lo excavaron estaban entusiasmados por la cantidad de piezas encontradas, unas 120, y calculaban que, de continuar las prospecciones, podrían sacar a la luz hasta 600. Se quedaron cortos: en la segunda incursión se toparon con 1.700 herramientas líticas en posición primaria, tal y como las dejaron los antiguos habitantes, más otras 3.000 esparcidas por la viña en la que se realiza la investigación.

De esta forma el yacimiento, situado en una terraza fluvial del Miño, unos 50 metros sobre el nivel actual del río, se consolida como la mayor fuente de información sobre el Paleolítico inferior gallego, el periodo de la prehistoria más antiguo y el peor estudiado en la comunidad. Aunque en todo el cauce bajo del Miño existen numerosos restos de la época, hasta ahora solo habían sido investigados con profusión los de As Gándara de Budiño, en O Porriño, que llamó la atención de los estudiosos desde la década de los sesenta.

Los promotores de la excavación buscan financiación para datar los restos
En As Neves se han encontrado enormes hachas similares solo a las de África

Sin embargo, la Xunta juzga que, en el actual contexto de restricciones presupuestarias, no merece la pena invertir 3.000 euros para realizar las dataciones que permitan fijar con fiabilidad la antigüedad de los restos. El jefe de la excavación, Eduardo Méndez, del Instituto de Estudos Miñoranos (IEM), estima que se remontan a entre 200.000 y 500.000 años, pero para saberlo con certeza es preciso utilizar las técnicas más sofisticadas, que calculan la edad de las rocas en función de la radiación. El Ayuntamiento de Arbo, que en esta segunda campaña ya colaboró con la manutención de los excavadores voluntarios, se ha prestado para financiar parte de las pruebas. El IEM confía que la Diputación de Pontevedra ponga el resto.

En cualquier caso, conocer con exactitud -exactitud relativa, puesto que para épocas tan alejadas la concreción se mide en miles de años- cuándo el homo heildelbergensis habitó las orillas del Miño es muy relevante, puesto que de fecharse en 500.000 años antes del presente situaría al Paleolítico inferior gallego en el mismo arco temporal que en el resto de la Península Ibérica.

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De esta forma, se desecharía definitivamente la creencia, propiciada por las dataciones erróneas de As Gándaras de Budiño, de que el atraso secular de Galicia ya se daba en la Prehistoria. En esa investigación se utilizó el carbono 14, válido solo hasta 50.000 años, y arrojó unas fechas de 26.000 años. Es decir, que mientras en el sudoeste de Francia y en la cornisa cantábrica se pintaban murales aquí los ancestros gallegos todavía se dedicaban a trabajar la piedra.

Con todo, Eduardo Méndez resalta que la capacidad tecnológica y cognitiva de los ocupantes de O Cabrón era "muy sofisticada", y pone en valor la calidad de dos piezas "espectaculares", dos bifaces de unos 15 centímetros y de gran simetría y regularidad. Estas piezas, típicas de la cultura achelense, se utilizaban para el despiece de animales muertos. En aquella época todavía no se cazaba ni tampoco se practicaba el sedentarismo. Así, este yacimiento podría haber sido un lugar más o menos estable para el aprovechamiento de restos animales.

De los hallazgos en Arbo destaca, además de la gran densidad de piezas, hasta 160 en un metro cuadrado, el hecho de que a partir de los restos de piedra se pueden reconstruir los cantos originales, lo que facilita el conocimiento de las técnicas de talla utilizadas. La cantera de cuarcita estaba a unos dos kilómetros.

Cerca de este yacimiento se encuentra otro, en Porto Maior, en el municipio de As Neves (Pontevedra), que puede contribuir aún más al conocimiento del Paleolítico inferior. El Instituto de Estudos Miñoranos lo excavará el verano próximo, pero ya se han topado con hachas de un gran tamaño, solo comparable a las documentadas en el norte de África. A falta de la investigación, este dato afianzaría la tesis de que la primera incursión del hombre a Europa se realizó a través del Estrecho de Gibraltar, en una época con un nivel del mar muy inferior al actual. Desde allí habrían llegado a Galicia bordeando la costa portuguesa.

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